Cada vez se acercan más visitantes a la oficina de Turismo de Arévalo que preguntan por «los lugares en los que vivió la reina» Isabel de Castilla durante los años de su infancia, que transcurrió en la capital de La Moraña. Y aunque el vínculo regio con Arévalo tiene siglos de historia, ha sido una serie de televisión la que lo ha pregonado a los cuatro vientos hasta el punto de que estos días la figura de la reina se ha convertido en un reclamo turístico más para la ciudad, si bien aún no ha logrado disparar el número de visitantes, que se mantiene en torno a los 2.000, una cifra similar a la de octubre del año anterior, según apuntan desde la Oficina de Turismo de Arévalo. Eso sí, la técnico que atiende allí al público, Cristina Rueda, constata que, en el último mes y medio, «coincidiendo con la emisión de la serie», muchos de los visitantes quieren saber «en qué sitios estuvo cuando vivió en Arévalo, qué hizo aquí, dónde vivía, ... todo», revela.
Su experiencia profesional le dice que «la reina siempre ha tenido mucho tirón entre la gente que hace turismo cultural», pero admite el creciente interés por la figura de Isabel de Castilla y su etapa arevalense a raíz de la serie. No en vano, los lunes por la noche cuatro millones de espectadores ven cada capítulo a través de la primera cadena de TVE. Precisamente el hecho de que la actriz que encarna el personaje de la reina aluda a Arévalo con frecuencia y que una foto fija del exterior del castillo arevalense aparezca en la pantalla con asiduidad están contribuyendo a fomentar ese interés de los turistas.
Eso sí, la serie se permite ciertas licencias que, en ocasiones, pueden llevar a equívocos. «Aunque la serie sitúa la residencia de Isabel en el Castillo de Arévalo, ella nunca vivió allí, sino en un palacio que hoy ya no existe, a pesar de lo cual la gente viene preguntando por el Castillo, convencida de que ese edificio fue realmente su residencia», recalca la técnico de la Oficina de Turismo que, por supuesto, recomienda la visita al Castillo, un imponente edificio militar que «no solo es coetáneo a los Reyes Católicos, sino que además les perteneció», añade.
También son pura ficción televisiva los helechos que aparecen en la foto fija del Castillo, un tipo de vegetación imposible en la estepa Castellana en la que se halla Arévalo. Como tampoco existen en la realidad las montañas que aparecen detrás de la fortaleza arevalense y por las que «más de uno ha preguntado», apunta entre risas una persona muy conocida en Arévalo y que tiene contacto profesional frecuente con turistas.
Frente a las licencias que se da la serie de televisión, centradas más bien en cuestiones estéticas, el cronista oficial de Arévalo y colaborador de este diario, Ricardo Guerra, destaca un detalle más trascendente. «El guión refleja muy bien el hecho de que Isabel considerara a Arévalo como su casa, no solo porque aquí pasó una infancia feliz, sino porque, ya cuando estaba fuera de Arévalo, la serie hace hincapié en la adoración que ella sentía por su madre y muestra cómo sufría porque no la dejaban venir a Arévalo a verla siempre que ella quería».
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