Julián López ‘El Juli’, pinchazo, estocada y un descabello (ovación), y estocada trasera y tres descabellos (ovación con saludo desde el tercio).
Corrida de toros en la plaza de Ávila. - Foto: David Castro Miguel Ángel Perera, pinchazo sin soltar, estocada y dos descabellos, un aviso (ovación con saludo desde el tercio), y metisaca y estocada recibiendo (fuerte petición, saludos desde el tercio).
Fernando Adrián, estocada (dos orejas) y pinchazo sin soltar, dos pinchazos, cuatro descabellos, dos avisos (aplausos).
Corrida de toros en la plaza de Ávila. - Foto: David Castro
Ganadería de El Niño de la Capea, algo flojos de fuerzas en general, salvo el primero, muy noble, que fue ovacionado en el arrastre.
Tarde soleada, más de tres cuartos de entrada.
En hombros, acompañado por los jóvenes taurinos por los que pasa el futuro de la Fiesta, abandonó Fernando Adrián la plaza de toros de Ávila en el día de su alternativa. Seguramente cómo muchas veces lo habría soñado desde que dio sus primeros pasos como becerrista y luego pasó a novillero en la escuela de El Juli, ayer su padrino, supongo que orgulloso de ver cómo uno de los suyos triunfaba en su estreno y pasaba de novillero a matador con un éxito que ojalá sea el augurio de muchos más.
Para Fernando Adrián el 15 de junio, la plaza de Ávila y su traje blanco serán algo especial en su carrera como torero. En ese día, en ese lugar y así vestido recordará como El Juli ponía en sus manos la muleta y la espada con las que pasaba a formar parte del reducido grupo de matadores de toros, esas personas capaces de hacer arte con una muleta al mismo tiempo que se juegan la vida, cuestión que para el común de los mortales no es que sea difícil, es que es imposible.
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