Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Debates internos

16/05/2024

Loa malos resultados electorales espolean los debates internos en los partidos que han sentido el abandono de los votantes y también entre los que han salido mejor parados, que deben aguzar el ingenio y mediante el ejercicio de la política resolver el problema que deja una mayoría suficiente para tratar de dejar atrás una etapa de la historia de Cataluña, pero que es insuficiente para garantizar un gobierno si la posición encastillada de ERC, la gran perdedora, no varía hacia el tripartito o hacia el apoyo a Illa desde fuera del Govern.

Esquerra Republicana de Catalunya, o mejor su líder, Oriol Junqueras, no ha perdido el tiempo y tras el paso atrás del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ya se ha postulado para continuar al frente del partido y ser su próximo candidato una vez que entre en vigor la ley de amnistía y -si los jueces no lo impiden- se le levante la pena de inhabilitación durante trece años a la que fue condenado y que le impediría ser candidato en un nuevo proceso electoral. Junquera, que ha sido tan solo en dos ocasiones candidato a la Generalitat a pesar del continuum de elecciones autonómicas catalanas no ha atendido la advertencia de Aragonés de que además de la asunción de las responsabilidades individuales, como ha hecho él, también tendrían que asumirse responsabilidades colectivas. ERC se encamina a un congreso en otoño, pero para entonces, ya habrá tenido que adoptar decisiones importantes sobre la Mesa del Parlament, la investidura del presidente catalán y la relación que establece con el gobierno de la nación. Un debate que estará vinculado con el examen que se realice del apoyo parlamentario en el Congreso, de la reciprocidad de apoyo con los socialistas en Cataluña, si mantienen la visión pragmática de que no existen condiciones objetivas para impulsar un nuevo proceso unilateral de independencia, y ni tan siquiera pactado, tras el revolcón electoral al independentismo o si, como un animal herido, el soberanismo se revuelve hasta el punto de ponerse al borde del precipicio con una repetición electoral.

Carles Puigdemont ha vuelto a poner en marcha la máquina de chantajear, pero en esta ocasión tiene más difícil transitar el camino de la presión, aunque votos sigan siendo imprescindibles para Sánchez. Pero a pesar de su imprevisibilidad, el expresidente catalán debiera ir pensando en cumplir su promesa de abandonar la política si no es repuesto a la cabeza de la Generalitat. También Junts debiera iniciar un proceso de reflexión que tras los primeros escarceos apreciados a lo largo de la campaña electoral vuelva a situarse en la esfera convergente clásica, asumiendo que la DUI es cosa del pasado.

La izquierda catalanista e independentista han tenido un desempeño en el que han ayudado muy poco a su espectro político. A la CUP no le ha dado tiempo de armar un discurso alternativo a un independentismo en declive y "los comunes" han salvado los muebles por la mínima, lo que deja pendiente la reflexión conjunta en Sumar.  

¿Y el PP? Tras las primeras incoherencias sobre el fallecimiento del 'procés' o su resurrección tras las elecciones catalanas con el horizonte de las elecciones europeas, sería interesante que Génova dejara a los populares catalanes que realicen un debate sereno sobre su importante subida y sobre su incapacidad de recortar la influencia de Vox