José Pulido

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José Pulido


Vestir el uniforme

26/04/2024

Nos gustan los uniformes, no cabe duda, y no perdemos la oportunidad de lucirlos, sea cual sea la ocasión, para mostrar bien a las claras y al planeta entero nuestra ilustre condición de uniformados, con el poder o el prestigio social que ello nos otorga. O es eso, o es que algunas personas están demasiado atareadas y no tienen tiempo de cambiarse de prendas de vestir cuando realizan su trabajo.
Me refiero con este comentario a un hecho que vengo observando desde hace tiempo y que no acabo de entender: se trata de personal sanitario, ignoro de qué categoría: celador, auxiliar, enfermero o médico, que he visto caminar por la calle, imagino que para realizar alguna gestión o compra, y que han salido del hospital, de la consulta o del centro de salud, ataviados con sus vestiduras de trabajo, sin haberse cambiado a la ropa de calle.
En una primera impresión y sin pensarlo demasiado podríamos decir que el hecho en sí no tiene importancia. Seguramente estas personas tienen prisa y no quieren perder tiempo en cambiarse de ropa para salir a la calle y llevar a cabo cualquier pequeño recado o gestión que necesiten. ¿A quién molestan o perjudican con ello?
Sin embargo, una reflexión más reposada despierta un punto de inquietud, porque esa persona, repito: celador, auxiliar, enfermero o médico, no lo sé, evidentemente regresará a su puesto de trabajo, volverá a la consulta, la unidad hospitalaria que sea, al contacto con los enfermos, ataviado con la misma ropa que ha paseado por la calle, en un entorno que no es todo lo estéril e higiénico que nos gustaría, sino por el contrario, rico en todo tipo de gérmenes patógenos y microorganismos.
No es una práctica común, afortunadamente, pero tampoco es raro verla a menudo y quizá debiera mover a reflexionar a quienes la realizan si es lo más adecuado, o si no resultaría más prudente cambiar la vestimenta de trabajo y ponerse ropa de calle si hay que abandonar las instalaciones sanitarias y salir a la vía pública para efectuar aquella gestión que uno pueda tener que hacer. 
Imagino que es la prisa para perder el menor tiempo posible la que lleva a esta acción y no una coquetería innata o la comodidad que pueda producir el uso de las prendas sanitarias, que sin duda nos pueden favorecer mucho, porque las profesiones relacionadas con los cuidados y la salud tienen muchos admiradores, aunque también detractores. 
Dicho con un poco de humor y sin ganas de molestar a nadie, ¿a quien no le gusta sentirse un poco protagonista de Anatomía de Grey, House o de cualquier otra serie televisiva de médicos y hospitales?. La seguridad y la salud es lo primero y la prudencia aconseja que si salimos a la calle nos cambiemos de ropa para no traer luego la compañía de algún molesto patógeno a las instalaciones sanitarias que pueda armar algún desaguisado. Ahora bien, reconozco que molar, vestir el uniforme mola cantidad.
 

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