Maestro abulense de la pintura del siglo XV

D.C
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Salen a subasta dos magníficas obras del Maestro de Arévalo, artista apenas conocido en su tierra que destacó por decorar el altar mayor de la iglesia de San Miguel con obras de estilo flamenco cercano ya al Renacimiento

Maestro abulense de la pintura del siglo XV - Foto: Juan Adrio

Han salido a subasta en la sala La Suite de Barcelona dos pinturas magníficas de un artista abulense (o asentado en Ávila) apenas conocido en esta tierra, un creador singular de nombre desconocido que vivió en el siglo XV y al que se ha bautizado como ‘el Maestro de Arévalo’, para reconocer de esa manera la aportación que hizo a esa localidad morañega decorando con su genio el altar mayor de la iglesia de San Miguel.

Esas dos pinturas, cuya calidad y singularidad queda patente cuando se sabe que su valor estimado de salida estaba entre los 100.000 y los 140.000 euros, son Los desposorios de la Virgen y El Nacimiento de la Virgen, de 106 x 80 centímetros cada una de ellas, piezas realizadas en témpera y fondo de oro sobre tabla que proceden del mismo retablo arevalense.

En ambas obras, pertenecientes a la prestigiosa colección Weibel, se aprecia el típico estilo flamenco en el que las figuras aún un poco hieráticas, también algo manieristas, están dotadas de una expresión un tanto rígida que no les impide ser muy elocuentes. Los planos aún están un poco confundidos, pero su capacidad para transmitir el mensaje para el que fueron creadas es notable, y vistos desde el presente se trata de pinturas de una enorme belleza, además de muy significativas de una época fundamental del arte europeo.

A lo largo de la Edad Media la figura de la Virgen María se fue construyendo en la doctrina católica y en el arte hasta convertirse en el modelo ideal de feminidad, el de la doncella virginal que es a la vez madre amorosa, humilde «esclava de su Señor» y reina de los cielos (Regina coeli), figura de la madre de Dios a la que el Maestro de Arévalo recreó en esas dos tablas –pintadas al temple y con un suntuoso fondo de oro que realza toda la composición– en dos episodios fundamentales de su vida: su nacimiento y desposorio. 

El Maestro de Arévalo, a quien la universidad de Harvard dedicó su interés  en un estudio de arte español publicado en el año 1947, es un artista que, según Post, «aunque influido por las obras del Maestro de San Marcial con una tradición hispano flamenca, muestra ya un estilo menos áspero, más cercano al nacimiento del espíritu del Renacimiento». En ese estudio se explica que en la tabla del matrimonio de la Virgen «las asociaciones con su manera regular son algo más tangibles en el último cuadro, ya que el celebrante de los esponsales lleva la característica expresión afligida, el san José se parece mucho al cardenal que acompaña a san Gregorio en la procesión hacia el castillo de san Angelo, y los pretendientes, decepcionados, tienen su contraparte en los diversos jóvenes esparcidos por los paneles del retablo de Arévalo».

La otra tabla, El nacimiento de la Virgen, añade el estudio de la universidad de Harvard, «constituye uno de los ejemplos en los que el Maestro de Arévalo se eleva por encima de su promedio provincial, pero las marcas de su estilo no se oscurecen. San Joaquín, por ejemplo, si no tuviese la barba y se le proporcionaran otras vestimentas, podría parecer un prelado». El espacio en el que el artista sitúa el acontecimiento, se añade, «está bastante lleno de muestras de género hogareño: una asistente avienta las brasas del brasero que sostiene, y en primer plano destaca el extraordinario episodio de una nodriza amamantando al recién nacido; y, con una iconografía tan inusual, se representa a san Joaquín administrando caldo a su parturienta».