Primera noche en calma mirando al futuro

M.E
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El alimento y agua para el ganado, la situación de los acuíferos y las consecuencias para la restauración empiezan a preocupar en los pueblos afectados por el incendio, que poco a poco intentan recuperar el pulso diario

Primera noche en calma mirando al futuro - Foto: David Castro

TRAS tres días de mucha tensión y un cuarto día con algún sobresalto que otro, la calma empieza a llegar, poco a poco, a los pueblos de la ladera sur de la Sierra de Paramera, el paraje de la provincia de Ávila que desde el sábado se ha visto arrasado de oeste a este en buena parte de su extensión por un incendio originado por el fuego en un vehículo averiado entre Navalacruz y Cepeda de la Mora. Navarredondilla, San Juan del Molinillo y sus anejos Navandrinal y Villarejo, Navalacruz y Navalmoral tratan de recuperar el pulso diario mientras aún conservan recientes las imágenes de nervios y hasta de pánico al haber visto en distintos momentos cómo las llamas se acercaban más de lo que hubieran deseado a los cascos urbanos.
El alcalde de Navalacruz, Benigno González Casillas, reconoce que anoche todavía no consiguió dormir bien. «La intranquilidad, los nervios que no se sacan tan fácilmente... son muchas cosas», apunta mientras explica que el fuego finalmente se ha quedado a un kilómetro o kilómetro y medio del pueblo.  «Todavía pasa algún helicóptero porque se ha reactivado algún foco en la zona quemada y también hay alguna dotación y voluntarios trabajando en los remates que quedan, pero el perímetro no ha avanzado», señala el regidor, al que se le nota algo aliviado aunque también resignado por las consecuencias de esta desgracia medioambiental. 
En su caso tras pasar el sábado y el domingo relativamente tranquilos, dado que el fuego avanzó a gran velocidad por la sierra hacia el este dejando a Navalacruz a salvo, el lunes uno de los frentes «dio la vuelta por el viento» desde el pinar de Navarredondilla para poner en jaque al municipio. «Gracias a que el viento se calmó, porque si hubiera avanzado a la misma velocidad que llevaba, habría llegado a la umbría y el pueblo arde», señala. Fueron los peores momentos. Desde el Ayuntamiento se echaron varios pregones para poner en alerta a la población y, aunque no fue necesario evacuar, «la mitad de los vecinos decidieron irse», la mayoría de segundas residencias.
Eso, añade, tiene «otras connotaciones» en forma de malas noticias para la restauración, que si estaba empezando a levantar el vuelo «igual ya no se recupera en todo el mes». 

 

 

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