La diabetes tiene un gran impacto en la vida de los pacientes, que, tan pronto como debutan, han de realizar importantes cambios en su día a día. La dieta, el ejercicio y la medicación son algunos de los aspectos más pesados que acompañan a esta patología, pero lo cierto es que, una vez se asume que se padece una enfermedad crónica, a la mayoría de los afectados les resulta sencillo aceptar que han de modificar sus hábitos. Al final, lo que realmente les preocupa, tanto a ellos como a sus familias, son las hipoglucemias.
Estas bajadas de azúcar en sangre, más que una molestia, son un peligro, porque implican que no se provee a los órganos del cuerpo de la energía que necesitan. Como consecuencia, pueden aparecer temblores, confusión, sudoración, incremento de palpitaciones, dificultad para hablar y, en los casos más graves, puede producir convulsiones, un coma o incluso la muerte.
De ahí que quienes padecen esta enfermedad sientan que han de estar siempre en guardia. Pero las hipos, como se denominan coloquialmente, no solo suponen una importante carga para el paciente, también lo son para sus allegados.
Así se extrae del estudio internacional TALK-HYPO, financiado por NovoNordisk y publicado recientemente en la revista Diabetes Therapy, que concluye que hasta el 64 por ciento de los familiares de personas con diabetes viven con preocupación o ansiedad ante el riesgo de una bajada de azúcar en sangre en sus seres queridos.
En su piel
David Moreno, paciente con diabetes tipo 1 y participante de la investigación, reconoce que tanto su mujer como sus hijos han presenciado alguna de las hipoglucemias severas que ha sufrido y es consciente de que les preocupa que puedan repetirse. Por ello, en ocasiones intenta ocultarles que empieza a notar los síntomas de bajada de azúcar.
Lo correcto es informar y formar. Para tener la situación controlada, la gente que rodea a la persona con diabetes ha de conocer su condición, pero también debe saber cómo actuar cuando aparecen los primeros síntomas. Para David «lo importante es que mantengan la calma y te den azúcar», aunque no vale cualquier dulce. Una tarta, por ejemplo, tiene también mucha grasa, lo que ralentiza su absorción. Por ello, lo más indicado es aplicar una inyección de glucagón, y si no se tuviera a mano, se puede recurrir al agua con azúcar o a los refrescos.
Las hipoglucemias son un efecto secundario de los tratamientos, sobre todo de la insulina, y el problema es que no avisan. "Siempre tienes que estar vigilante", asegura este paciente, quien reconoce que las primeras noches fueron muy duras. Es el momento más peligroso para las personas con diabetes porque cuando estás dormido no eres consciente de esos primeros síntomas que puedan aparecer y alertar de que viene una bajada.