Pablo Garcinuño García

Vísperas de nada

Pablo Garcinuño García


Cantidades ridículas de años

15/01/2023

No puedes utilizar este espacio para felicitar a M. por su cumpleaños. No es que no puedas, es que no debes. Primero, porque ella no se va a enterar. No sabe leer. Ahora distingue algunas letras, es verdad. ¡El rey U! ¡La reina A! Ya no es como antes que pensaba que eran dibujos (y quizás lo sean; puede que lo hayan sido desde el principio). Siempre las miró con mucho respeto. Te observaba escribir en silencio. Es cosa de magia, dijo alguien que recibió un premio, que las letras puedan tanto. Los niños lo entienden rápido. Saben que hay que tener cuidado con eso que hay en los folios, que son como pajaritos casi muertos sujetos con alfileres. Puede ser peligros acercarse.
Pero no es solo por eso, joder. No es que M. sepa leer o no. Entiéndeme. Me refiero a ser profesional, tener un poco de seriedad. No traer aquí tus asuntos, coño. Que me haces decir palabrotas con tanto sinsentido. Tú haz lo que quieras, pero a nadie le interesa que hoy, precisamente hoy, 15 de enero, M. cumpla cuatro años. Es una cantidad ridícula de años. Si estuviéramos hablando de Adán, que vivió novecientos treinta años. O de Cainán, ochocientos quince. Mira qué bien suena esto: Y fueron todos los días de Enós novecientos cinco años. Estas cifras sí que impresionan. Lo noticiable, caballero. Se le está olvidando a usted poco a poco el concepto de noticiable.
De seguir así vas a acabar hablando como los otros. ¿Quiénes son los otros? El resto, tus semejantes, los padres que no son tú. Aproveeecha, dicen todos. El tiempo pasa rááápido. Cuando te quieras dar cueeenta, ya habrán crecido demasiaaado. A ti te entran sudores fríos porque, a ver, quitémonos las caretas, a ti en realidad se te está haciendo más bien largo. No, no largo. Vaaamos, reconócenoslo. ¡No pasa nada, de verdad! No es tanto largo como lento. Todo va más despacio ahora. Andar por la calle, por ejemplo. Desayunar en la cocina. Salir de casa un sábado por la tarde. Es casi lo mismo que antes, pero con más calma. Casi en pausa.
Es una vida al ralentí y por eso sospechas que algo estás haciendo mal. A los otros, al resto, esta fase de su vida se les pasó volaaando, ¿entiendes? Disfrúúútalo mucho, chaval. Pero tú nunca aprendiste a exprimir el momento, a sacar hasta los tuétanos de cada instante. Y no vas a empezar ahora. Puedes, eso sí, resignarte. Todo lo bueno que te ha pasado en la vida llegó por vía de la resignación. Bendita sea ella. Acepta, pues, tu nuevo ritmo y ritma tus acciones bajo su ley. Pero sobre todo observa. Vas más despacio ahora, así que tienes tiempo para mirar.
Si lo piensas bien, básicamente no has hecho otra cosa en estos cuatro años. Tú bien lo sabes. Estás como en una esquina del mundo observando a M. Llevas todo este tiempo intentando adivinar cómo va a ser. ¡Ay, qué nervios, señor! ¿Será testaruda? ¿Nos saldrá del Atleti? ¿Le darán miedo las tormentas? ¿Hará eso tan horrible que haces tú cuando pierdes la calma? ¡Cuánta intriga! 
Y luego, un día, de repente, de repente no porque se te ha hecho lento, pero un día va M. y cumple cuatro años. Tú querías saber cómo era tu hija y ahora ya no. Ahora estás asustado porque vas viendo, tú intuyes, que en realidad todo eso te da igual. Es monstruosos descubrir que te encantará siempre, sea como sea y haga lo que haga. Estaremos de acuerdo en que es algo de locos.

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