Han pasado 15 años desde que en Cebreros se empeñaron en ayudar a aquellos que empezaban a olvidar. Fue un objetivo que nunca se dejó de lado y que se cumple con Afacebreros, la asociación de alzheimer de la localidad que sigue al pie del cañón y a la que ni siquiera la pandemia ha podido parar.
Fue en mayo de 2006 cuando se fundó esta asociación gracias a un grupo de familiares y amigos de personas con alzheimer que la crearon. Sus primeros pasos están ligados a un programa que llevó a la comarca de Cebreros la asociación homóloga de Ávila y también con la Diputación, un poco antes, con formación y apoyo a familiares con la creación de un taller. Esta cita supuso toda una motivación para crear después la asociación.
La psicóloga de la misma, Rosana García, explica que los comienzos fueron muy duros, sin subvenciones, aunque también reconoce que desde el principio tuvieron la suerte de contar con muchos socios en la población de Cebreros. «Desde el inicio tuvimos unos 200 socios colaborando con el proyecto», asegura. Y también apoyos externos como el que consiguieron de Cruz Roja, que estuvo un año costeando los talleres.
Ya alrededor de 2008 ó 2009 pudieron comenzar su andadura autónoma, lo que también les llevó a dar «muchas vueltas» respecto a su sede. Pasaron por el salón parroquial o una sala en el Hogar del Jubilado hasta que finalmente el Ayuntamiento de Cebreros les cedió otras instalaciones y desde 2018 están, de forma gratuita, en la tercera planta del conocido como centro multiservicios (Centro de productos de la Tierra) donde comparten espacio con otras asociaciones como Pronisa o los propios jubilados. Entre las ventajas de este espacio está el hecho de que no tienen que afrontar ni si quiera los gastos de mantenimiento.
Entre los servicios que ofrecen hay dos vías, una de ellas dedicada a atender a personas con alzheimer de la comarca de Cebreros y sus familiares, teniendo en cuenta que «esta enfermedad la sufren mucho los cuidadores». En este bloque hay información y asesoramiento y apoyo psicológico cuando lo demandan o necesitan.
La segunda parte es la del tratamiento no farmacológico con terapias para que la enfermedad avance de forma más lenta. La oferta se hace de lunes a viernes, de 10,00 a 13,00 horas. También hay atención en los domicilios para personas que no pueden acudir al centro, lo que se ha visto especialmente durante la pandemia de la covid-19 con gente que no quería acudir al centro. Esto supone realizar terapias más individuales.
El trabajo se hace con un equipo muy reducido formado por una psicóloga, una trabajadora social y otras dos personas más.
Ahora mismo, con la pandemia, se ha visto muy reducido el número de atenciones dado que asegura que han «pasado un año muy complicado, ahora empezamos a ver un poco la luz» gracias a la vacunación, que hace que las personas que acudían se vuelvan a animar. Estuvieron cerrados, luego empezaron «con mucho miedo», de modo que antes de la pandemia daban atención a 24 personas, volvieron con 6 ó 7 y ahora están con alrededor de doce en el centro y tres en los domicilios. Y luego está el apoyo e información a los familiares y durante la pandemia hubo apoyo psicológico a medio centenar de personas.
Con unos 200 socios en la actualidad, entre sus planes de futuro está seguir manteniendo los servicios pero también aumentarlos viendo que hay demanda porque «el confinamiento ha hecho muchísimo daño a nuestros mayores, ha avanzado mucho la enfermedad en la mayoría». Se está viendo la forma de iniciar por las tardes algún taller e incorporar fisioterapia durante unos meses. Para ello la Fundación Ávila les ha concedido realizar un programa de fisioterapia, que se hará en junio o julio. Se quiere también ampliar el horario de atención.