Solo faltó la "Marcha Triunfal". La comparecencia de auto bombo del presidente del Gobierno ha sido uno de los espectáculos políticos más bochornosos de los últimos tiempos. Proclamar que el Gobierno está a la cabeza mundial en el ranquin de transparencia fue la burla definitiva. Meses lleva la oposición reclamando el monto de los contratos y el nombre de las empresas a las que en los primeros meses de la pandemia les fueron encargadas la adquisición de material sanitario -a la postre inservible- y todavía siguen esperando. Por no hablar de las cifra de fallecidos a causa de la pandemia, algo más de setenta mil según los datos ofrecidos por el INE. Mientras que todavía hoy el Ministerio de Sanidad sigue informado solo de cincuenta mil.
Y, qué decir del famoso comité de expertos que sólo hace unos días hemos conocido tras nueve meses negándose a facilitar sus nombres aduciendo que querían poner a sus componentes a salvo de la presión de la opinión pública. Analizada su composición ahora sabemos que fuera de un grupo de funcionarios del propio ministerio, nunca existió tal comité de expertos.
España padece la mayor crisis sanitaria, económica y social de los últimos setenta años pero a juzgar por la loa a la gestión del Gobierno que escuchamos a su presidente se diría que Pedro Sánchez vive en otro país. Un país que no tuviera tres millones ochocientos mil parados; más otros setecientos mil en el limbo de los ERTES y algo más de doce millones de personas -el 21,6 % de la población- en riesgo de exclusión social. Por no recordar una deuda que alcanza el 114,1% del PIB.
Al mando de la nave está un ciudadano que tras solo un año de residir en La Moncloa ya comparece afectado por el síndrome de aislamiento que acaba atrapando a cuantos presidentes residen allí. Actúa como una campana que les aísla del exterior. Viven rodeados de asesores y demás personal cuya expectativa laboral está vinculada a la permanencia del propio presidente y lo último que se permitirían es discrepar del diagnóstico oficial sobre la marcha del país. Por eso el discurso fue tan largo como auto complaciente. Todo va bien según la versión oficial.
El Gobierno tiene grandes planes para enfrentar el reto que supone el cambio climático pero nada dijo Sánchez de cómo vamos a salir de la crisis económica cuando se acaben los setenta mil millones que nos llegaran de Bruselas. Ni qué pasará con las pensiones visto que ya no hay dinero en la hucha.
Improvisar -a modo de cortina de humo- una etérea explicación acerca de una "hoja de ruta" para adecuar la "Monarquía al siglo XXI" fue la última ocurrencia para que hoy los periódicos hablen de la Corona en lugar de preguntarse qué planes tiene el Gobierno del PSOE y Podemos para que en 2021 encuentren trabajo los casi cuatro millones de españoles que están en el paro.