Editorial

Movilidad y accesibilidad, cuestiones que demandan una estrategia global

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La celebración del Día sin Coche y de la Semana Europea de la Movilidad suele ser un momento propicio para que las administraciones públicas hagan bandera de sus logros en movilidad y accesibilidad e impulsen iniciativas en esa línea, cuestiones que luego, en muchos casos, quedan aparcadas hasta el próximo año.

En esta ocasión, en Ávila, aprovechando esa efemérides, desde el Ayuntamiento de la capital se ha dado a conocer el proyecto que se pretende acometer para construir un «anillo verde» que permita rodear la ciudad con un carril bici. La primera fase de este proyecto se desarrollará en la zona sur, partiendo desde el Centro Medioambiental de San Nicolás hasta llegar al carril bici de Naturávila, infraestructuras que en algún caso ya existen pero que presentan graves deficiencias producto del paso del tiempo. La segunda fase se acometería en la zona norte, aprovechando también algunos trazados ya existentes. Para ejecutar esa primera fase, el Consistorio abulense pretende recurrir a los fondos procedentes de la estrategia Edusi, contando con una partida de 350.000 euros que ya está incluida en los presupuestos de 2021.

Sin duda, la ejecución de este proyecto sería un avance muy relevante para dotar a los abulenses de una infraestructura que es ampliamente demandada y que a buen seguro sería muy utilizada, tanto para la práctica del deporte como para desplazarse.

No obstante, más allá de un proyecto singular, se echa en falta una estrategia global que permita hacer frente a los grandes retos que tiene pendientes esta ciudad en materia de movilidad y accesibilidad, y que permitirían avanzar hacia un modelo de ciudad que apueste firmemente por la sostenibilidad, por el uso del transporte público, por favorecer más el tránsito peatonal. Una estrategia que se adapte y favorezca esas nuevas formas de movilidad que van ganando presencia en muchas ciudades, como pueden ser las bicicletas o los patinetes eléctricos, pero eso exige ir un paso por delante para impulsar iniciativas que abran las puertas a esas posibilidades de una manera efectiva.

Las características de la ciudad, especialmente del casco histórico, presenta unas singularidades que hay que tener en cuenta a la hora de tomar decisiones, pero lo que se debería tener claro es hacia qué modelo de ciudad se pretende avanzar. Yello implica mucho diálogo, mucha labor pedagógica y también inversiones para acometer infraestructuras que favorezcan una movilidad que se adecúe a los requirimientos de una ciudad del siglo XXI (y ahí se estaría hablando de más aparcamientos, autobuses adaptados a la fisonomía del viario o de infraestructuras que favorezcan la accesibilidad a lo largo y ancho de toda la ciudad). Se observan movimientos, pero se echa en falta una estrategia global e integral que permita fijar unos objetivos concretos hacia los que avanzar en los próximos años.