EN una zona entre pinos, en el término municipal de Cebreros, se levanta la antena espacial que lleva a esta localidad hasta el espacio profundo, a aquello que más lejano está del hombre, donde los misterios por descubrir levantan muchas expectativas, en especial entre la comunidad científica.
Con la ventaja de estar en un lugar alejado de grandes poblaciones, y por tanto, de interferencias electromagnéticas, la antena espacial de Cebreros está dedicada al seguimiento de satélites del espacio profundo, es decir, aquellos que están a distancias de más de dos millones de kilómetros.
Precisamente estar lejos de grandes poblaciones fue uno de los motivos por los que se decidió ubicar esta antena de 35 metros de diámetro, 40 metros de altura y 630 toneladas de peso en Cebreros. Para ello se aprovecharon unas instalaciones que tenía la NASA y que se habían utilizado para seguir los proyectos Apolo. Después, cuando parecía que ya no era necesaria, se decidió abandonar el lugar, con lo que la infraestructura ya estaba hecha, eso sí, había quedado como si fuera una película antigua, con los ordenadores de los 80. Pero la ubicación era buena y se decidió remozar la instalación y construir la nueva antena en 2005, con una inversión de 30 millones para las instalaciones, 22 para la propia antena.
Antena espacial de Cebreros. ESA de Cebreros. - Foto: David Castro Una vez acabadas las obras, la principal misión que se sigue en esta antena es la de Venus Express que, como bien indica su nombre, se trata del satélite que está rodeando Venus para estudiarlo. Esta misión está en marcha desde 2005 y, aunque ya debería haber terminado, lo cierto es que el carburante restante está permitiendo que los trabajos se alarguen, quizá hasta 2015, como bien explica el director de la estación, Lionel Hernandez. Lo normal es que la vida de un satélite se prolongue unos cinco años pero dependiendo del uso puede tener una vida más larga, como sucede en este caso.
Aunque Venus Express es la misión principal, la antena también se dedica al seguimiento de otros dos satélites, Herschel y Planck, que se dedican al estudio de observación de la galaxia y de los restos del Big Bang. Además apoya a la antena de Australia con la misión Mars Express (estudio del planeta Marte) y sigue al Rosetta, un satélite que se lanzó en 2003 y que llegará en 2014 a el cometa Churyumov-Gerasimenko, donde una parte aterrizará en él para tomar muestras y datos y proceder a su envío. Once años de camino que las antenas seguirán para evitar que haya ningún problema y la misión se considere un éxito.
Y con toda esta actividad, un día típico de trabajo se traduce en diez horas de seguimiento de Venus Express y cuatro horas para cada uno de los otros dos satélites, siempre dependiendo de la orientación y la visibilidad marcada por la rotación de la tierra. A esto se unirían las comprobaciones puntuales en Rosetta, ya que en este caso el seguimiento es diferente, «él viaja por su cuenta y hay períodos durante los once años de viaje donde hay que cuidar y ver, por ejemplo cuando pasa por un planeta, en definitiva, se siguen lo que ellos llaman fases críticas, si hay emergencias se le sigue».
Antena espacial de Cebreros. ESA de Cebreros. - Foto: David Castro Pero... ¿qué es realmente lo que se hace en Cebreros cuándo hablamos de seguimiento de un satélite?
En realidad en Cebreros se trabaja en tres aspectos, pero en esencia lo que se hace es servir de enlace y ayudar a que los datos lleguen a sus verdaderos destinos. Por ello, la misión es recibir los datos que envía el satélite, enviarle órdenes y hacer mediciones de posición del satélite.
En el caso de la recepción de datos, a través de la antena se recogen informaciones científicas y las que se conocen como ‘housekeeping’, es decir, los datos de vida del satélite, el estado de las baterías, los motores... La información científica es aquella que se capta del satélite con fotografías de su estado o información de los sensores, todo lo que ayuda a descubrir el planeta que se está estudiando con imágenes, equipos de medida de la atmósfera, viento o polvo, entre otros aspectos.
La segunda parte es la de envío de datos al satélite, lo que se conoce como telecomandos y que sirve para dar las órdenes al satélite e indicar si se tiene que mover o cómo tiene que operar y así obtener la información que los científicos necesitan para descubrir los secretos de lo que se estudia.
Y finalmente, la antena también hace medidas de ubicación para saber en todo momento dónde está el satélite y poder trazar su trayectoria para que el seguimiento sea posible. Para conocer la posición del satélite, lo que se hace es una medida de velocidad (como se haría con un radar para los coches) y también de la distancia, de forma que con estos dos parámetros se pueda saber realmente su ubicación.
Y con las mediciones que se hacen durante las horas de seguimiento del satélite se consiguen las medidas que hacen posible conocer la trayectoria del satélite y ayudan, por ejemplo, a saber dónde estará cuando volvamos a seguir su trayectoria y en ningún momento ‘perder’ el satélite en el espacio.
Pero en realidad todos estos datos, los de vida del satélite, la información científica... no se llega a ver en Cebreros. Como bien explica el director de la estación: «nosotros sintonizamos la radio para que otros la puedan escuchar». Lo que está diciendo con estas palabras es que la estación de Cebreros se opera de forma remota desde Alemania, al menos durante las fases de rutina (la mayoría), ya que en los momentos críticos sí que tiene que actuar el personal destinado en Cebreros. Se trata por ejemplo del momento del lanzamiento del satélite, cuando «el equipo que está aquí se pone al frente de las consolas y se opera de modo local».
Mientras tanto se aseguran de que la estación funcione perfectamente para que no se pierdan los datos. La información que viene del satélite pasa a través de la estación y va a Alemania, a la European Space Operation Centre (ESOC). Es ahí donde hay un equipo que se encarga de los datos de vida del satélite mientras que los datos sobre el planeta se reenvían a los científicos, en este caso los que están en ESAC (European Space Astronomy Centre) en Villanueva de la Cañada y es aquí donde deciden, por ejemplo, donde se quiere que apunte una cámara, de forma que allí se elaboran los comandos para dar las órdenes al satélite. Unas órdenes que llegarán y se enviarán a través de la antena de Cebreros, mientras allí se aseguran del mantenimiento preventivo y correctivo y las operaciones durante las fases críticas.
Para ello se cuenta en Cebreros con 15 trabajadores, con el director de la estación, de la Agencia Espacial Europea y un contratista, INSA, que se encarga del mantenimiento y operaciones. A ello se unen los subcontratos para el mantenimiento de la estación, un vigilante 24 horas y un técnico electromecánico, que es de Cebreros. Y es que precisamente se intenta que los subcontratistas sean de la zona (siempre que los contratos sean competitivos) para que también la comarca tenga beneficios económicos de la presencia de la antena.