El arte de emocionarte

M.M.G.
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El CRA de La Horcajada recibe el Premio a la Convivencia del Alumnado de la Junta por un proyecto que fomentaba las relaciones entre los alumnos de las cuatro localidades del colegio

El arte de emocionarte

Un CRA (Centro Rural Agrupado) no es un colegio cualquiera. Es un centro con muchas peculiaridades, la mayoría de ellas, muy positivas. Y las que no lo son tanto, como el hecho de que los alumnos que lo componen vivan en distintos pueblos, pueden transformarse en una excusa para que alumnos y profesores trabajen aspectos tan importante para el desarrollo de los niños como la gestión de las emociones.

Y ése precisamente fue el hilo conductor del trabajo que le ha valido al CRA de La Horcaja uno de los Premios a la Convivencia entre el alumnado que concede la Junta de Castilla y León y que tienen como finalidad reconocer, de forma individual o colectiva, aquellas actuaciones del alumnado relacionadas con la mejora de la convivencia en los centros educativos.

Se llevó a cabo el curso pasado bajo la dirección de María Eugenia González Sánchez y su objetivo fundamental fue que los alumnos de todo el CRA, con independencia de sus pueblos de origen, pudieran «estrechar lazos».

«Es que nos dimos cuenta de que al final, ellos sólo se relacionan fuera del colegio a lo largo del año en dos encuentros: la calvotada y el carnaval», comienza a explicar para Diario de Ávila la profesora, que reconoce que el proyecto nació con este objetivo pero también con un segundo: que los profesores pudieran llevar a la práctica todo lo aprendido en un curso de formación que llevaron a cabo sobre inteligencia emocional.

Así que se pusieron manos a la obra y recurrieron a la asignatura de plástica para comenzar a trabajar las emociones.

«Empezamos a realizar ‘árboles viajeros’», prosigue con su explicación la responsable del proyecto.

Esos árboles se llenaban cada mes con distintas hojas. Y en cada hoja, los chicos trabajaban la emoción que correspondía al mes en cuestión. «Trabajamos la trsiteza, el amor, la alegría, la calma...», apunta María Eugenia, que cuenta también como cada uno de esos árboles fue depositado en las distintas localidades de origen de los chicos (Aldeanueva de Santa Cruz, La Aldehuela, Bohoyo y La Horcajada), con el fin de que todos los alumnos pudieran conocer las emociones de sus compañeros.