Esto con un huevo frito está espectacular decía Inmaculada García mientras despachaba sin parar sacos de patatas. Y es que precisamente las patatas fueron unos de los productos estrella de la feria agroalimentaria 'Del productor al consumidor' que volvió a la cubierta multiusos y que ya desde la mañana registraba una buena afluencia de público. Desde la organización se hablaba de los embutidos como los productos que interés despertaban pero lo cierto es que también se veía en quesos, dulces, miel o el resto de productos que llegaron a esta cita.
Ya son 13 años los que se cumplen de una feria que tiene como base una reivindicación, la denuncia de la gran diferencia que hay entre los costes de producción y el precio de venta, por lo que se pretende vender al consumidor a precios «justos». Para lograrlo, en la feria se veía una importante presencia de puestos de la provincia de Ávila, en torno al 70 por ciento, pero también llegados de las diferentes provincias de Castilla y León (menos León, Burgos y Soria) y, como invitado, uno de quesos de Toledo.
Una vuelta por la feria servía para conocer los intereses de los asistentes. Se veía una larga fila esperando a llevarse (con ayuda) uno o dos sacos de patata, pero tampoco faltaba la espera en determinados puestos de embutidos. Las preguntas volaban y también las respuestas mientras se aprovehcban las muestras de los productos que se podían degustar. Junto al puesto con verduras y con sus patatas, Inmaculada se tomaba un respiro en la carga para explicar que este año la venta iba mejor que el anterior. No en vano a las 11,00 horas ya habían despachado 4.500 de los 6.000 kilos de patatas que habían llevado y se planteaban traer más género. Llegados desde Langa, recordaba que en la edición anterior (no se puede olvidar la presencia de la pandemia) a última hora todavía no habían llegado a los 6.000 kilos vendidos, lo que sin duda se iba a superar en esta edición viendo como llevaban las ventas en tan solo dos horas. El motivo de la buena respuesta aseguraba que estaba en el «precio más competitivo en comparación al mercado, un 50 por ciento más barato». Aquí la gente «lo que más busca es la relación calidad-precio», explicaba, lo que se estaba traduciendo que este año incluso se llevaban más cantidad y no dudaban en preguntar qué podían hacer para guardarlas más tiempo. «La patata se consume más, es un producto sustitutivo, que se puede combinar de muchas maneras y es económico», señalaba, y lo hacía junto al cartel que indicaba el precio de este año, con un coste de 0,60 euros el kilo (el año pasado estaba algo por debajo) y un total de 15 euros para un saco de 25 kilos. La subida se debe al aumento de los costes, como sucede con casi todos los productos, pero la diferencia se veía en el interés suscitado y la acumulación que hubo desde primera hora.
Venta directa, menos precio - Foto: Isabel GarcíaA la entrada del recito se podía ver un productor quizá más acostumbrado a otro tipo de feria, con sus productos de aromaterapia de elaboración propia, pero que este año se decidió por ella para llevar sus productos plantados en la tierra pero que se traducían en otros como velas. Las legumbres también iban despertando el interés, como sucedía con los embutidos o los quesos llegados de Candeleda que han estado presentes desde la primera edición. El pimentón daba color a la feria y también lo hacía la miel, donde en uno de los puestos explicaban que a lo largo de los años han visto «altibajos» en esta cita pero que hay ventas «aceptables» y este año estaban viendo afluencia gracias a que se había publicitado. Sí que explicaban, en cuanto a la producción, que había sido más baja en la de encina. Lo que no se había perdido era el color y espesor de este producto que invitaba a ser probado.
Vino, caracoles… continuaban los productos en el mercado que, como novedad, tenía huevos ecológicos donde incluso con una pantalla se podía ver a las gallinas 'responsables' de la producción. La panadería tampoco faltaba o las almendras garrapiñadas en cuyo puesto reconocían que la gente acudía más a otros productos como verduras o patatas, pero siempre es «mejor que quedarse en casa».
Un productor llegado de Piedralaves se presentaba con alguna receta de Menorca, las anchoas no faltaban, o el chocolate, o el aceite. Y precisamente con aceite se podía ver como se preparaban rosquillas en el mismo mercado que los clientes se llevaban recién hechas. Harina, huevo, anís… daba la receta la encargada de hacerlas ante la pregunta de un consumidor que luego se llevó una docena de estos dulces para casa. «Hay que saber vender», decía mientras continuaba preparando la masa. La respuesta del cliente, que daba gusto «verla trabajar».
Venta directa, menos precio - Foto: Isabel GarcíaLa feria, que llegó con sus correspondientes degustaciones y sorteos, está organizada cada año por las organizaciones sindicales UGT y UPA, con la mano tendida del Ayuntamiento. Desde UGT, su secretario provincial, Javier García, explicó que ya en las dos primeras horas se veía una «afluencia numerosa», en una feria que se pone en marcha en torno al puente de diciembre pensando en la proximidad de las fiestas navideñas. Lo que se ofrece, dijo, son «productos de primera calidad ideales para las comidas y cenas con los familiares», lo que se podía ver a través de los 35 productores de Ávila y otras provincias de Castilla y León en una feria «consolidada y apreciada» donde parecía que el tiempo empezaba a acompañar y se esperaba una «afluencia numerosa». Respecto a los precios, dependía de los productos, pero en los agropecuarios se hablaba de un ahorro del 50 por ciento, aunque lo importante es la «filosofía» del mercado de hacer una venta directa con producto de buena calidad y a un precio justo, de modo que son más baratos que en las tiendas.
Desde UPA, Ventura Rodríguez, secretario provincial, quiso hacer hincapié en el «diferencial de costes que hay» entre la venta del productor y los lineales de venta al cliente. Como ejemplo, habló del cabrito, en la feria a 90 euros y en los lineales a más de 120, o las patatas, allí a 0,60 y en la venta moral a 0,90. Pero no quiso olvidar que ante todo es un «acto reivindicativo» que cuenta con la asistencia del público ante esas diferencias.
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El alcalde de Ávila, Jesús Manuel Sánchez Cabrera, señaló que es una «oportunidad» de tener productos de «kilómetro cero», con un desarrollo sostenible y mientras se «ayuda a los productores de la provincia», por lo que no duda en comprometer la colaboración del Ayuntamiento en este tipo de iniciativas.