«Con un poco de cachondeo puedes decir verdades como puños»

David Casillas
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Con humor, el que ofrecerá Edu Soto con su espectáculo Más vale solo que ciento volando, cierra este domingo el Teatro Santo Tomás su programación de marzo, una oportunidad para disfrutar de un rato de risas y distensión que siempre vienen bien

«Con un poco de cachondeo puedes decir verdades como puños»

Edu Soto, humorista grande literal y metafóricamente hablando, cierra este domingo la programación cultural del Teatro Santo Tomás de Ávila escenificando su espectáculo Más vale solo que ciento volando reloaded, una invitación a disfrutar de un rato de desintoxicación de la dura realidad con el humor como protagonista a través de un juego en el que caben el monólogo al uso, la comedia musical, la improvisación y, muy importante, la interacción con el público. A las 18,30 horas comenzará este espectáculo, una estupenda manera de empezar la Semana Santa dando una oportunidad al bienestar emocional que siempre regala la risa.

Dicen que su espectáculo es muy diferente cada día, que puede verse dos veces seguidas y pueden parecerse muy poco.

Pues sí, Más vale solo que ciento volando es un espectáculo que cada día va cambiando porque es muy flexible en  su contenido, y además está siempre como muy actualizado con el momento.

La improvisación es una de sus bazas.

Sí, me dejo llevar por la improvisación y por eso cada espectáculo cambia. El pasado fin de semana estuve actuando en Villarrobledo y en Albacete, el organizador del festival estuvo en los dos bolos y cuando acabé el segundo me dijo: "tío, te vi ayer, te he visto hoy, y he visto cosas completamente diferentes".

¿En esa improvisación juega un papel importante la sensación que tenga de cómo está respondiendo el público?

Así es, voy viendo la reacción del público y eso influye un poco en lo que voy haciendo; mientras actúo tengo que estar ahí surfeando un poquito y viendo cómo reacciona el espectador con lo que recibe de mí, porque cada público es distinto y así me lo voy montando así de diferentes maneras.

¿También prepara algo específico en función del lugar donde actúa?

No, eso no lo hago; siempre salgo a actuar y en función de cómo veo que respira cada público voy variando mi espectáculo.

Con tantos estímulos como hay ahora, redes sociales, televisión, plataformas…, ¿el público se está haciendo más difícil o sigue agradeciendo mucho el contacto directo con el artista?

Yo siento que estamos en una época en la que el público es muy participativo, quiere sentir que forma parte del espectáculo, y en esa situación si tú sabes tirar de del hilo adecuado la gente te da bastante, porque ya te digo que tiene muchas ganas de participar. Considero que ahora todos somos artistas porque cada uno manejamos nuestro canal de televisión, que es el Instagram, y ahí cada uno es el dueño y señor de su canal de televisión, de su protagonismo, y por eso la gente tiene ganas de estar activa en todo lo que hace.

En cualquier caso, parece evidente que es más divertido interactuar que practicar una escucha más o menos pasiva.

A mí me parece que sí, pero hay de todo; yo he estado en espectáculos donde sólo he ido a escuchar, y si lo que hay es realmente interesante considero que no tiene por qué no ser incompatible con el disfrute. Pero, tal y como yo concibo el humor hoy en día, sí que me parece interesante que el público tome cartas en el asunto.

Más vale solo que ciento volando tiene algún hilo conductor o se va usted dejando llevar por lo que le vaya surgiendo.

Más que tener un hilo conductor, lo que hago es ir enlazando una temática con otra de forma orgánica y premeditada, pero no cuento una historia que tenga introducción y desenlace, no tengo una historia previamente hilvanada.

Y en esas temáticas, ¿qué pesa más, su experiencia personal, lo que ve en el público lo que conoce a través de los medios de comunicación, lo que le cuenta…?

Cabe un poco de todo eso, y algo más; yo creo que los temas que escojo son excusas que he ido encontrando para al final ejecutar cosas que yo creo que hacen gracia. Por ese motivo podría decirse que mi espectáculo es más una performance, en la que incluso hay momentos en los que necesito a alguien del público para que la experiencia siga adelante.

Por esa razón en mi espectáculo hay mucho de esa frescura de la que estábamos hablando, de que todos entienden que lo que ha sucedido ese día ha sido único porque en otro lugar será diferente con otra persona.

¿Su humor apuesta más por la ironía, por el sarcasmo, por ser blanco...?

Catalogar no me gusta mucho, pero puedo decir que en mi humor hay un poco de todo eso. Creo que en el humor más blanco cabe la ironía, y en el humor más cínico también caben la ternura o la poética. Mi espectáculo mezcla muchas de las cosas con las que he ido sintonizando en mi vida, y en ella hay momentos muy blancos, muy inofensivos, y hay otros en los que probablemente sea más intensivo; pero todo eso va saliendo indiscriminadamente, no está muy premeditado.

Sea como sea, será usted de los que defienden que el humor es necesario para hacer más llevadera la vida.

Sin duda. Yo estoy convencido de que el humor es muy necesario, siempre lo ha sido, y quizás ahora más porque necesitamos una válvula de escape para esta sociedad que tenemos que cada vez es más complicada y más agresiva. Y sí que noto muchísimo la relajación y el disfrute de la gente que al final del espectáculo viene y me dice que lo ha pasado muy bien, y lo agradece. El humor es muy terapéutico, y yo creo incluso que el público nos tiene ya casi como psicólogos.

Y tal y como está el patio de la política, con quienes nos representan escenificando un enfrentamiento tan brutal, quizás un poco más.

Claro, tenemos que evadirnos de vez en cuando de esa realidad tan agresiva, porque si te quedas ahí encerrado te vuelves loco. Yo creo que el humor es siempre la mejor puerta porque es una manera de pasarlo bien y de entender un poco mejor también la realidad desde esa perspectiva. Con un poco de cachondeo puedes decir verdades como puños que así no hieren tanto, y eso es muy importante.