Si algo anhela la ciudadanía es vivir en un entorno seguro, con un potente sistema educativo y una completa atención sanitaria. Cualquier agujero en uno de estos ámbitos propicia inestabilidad, enfrentamiento político y, a veces, no poca demagogia. Pero si algo tiene relevancia para el ciudadano, son las sensaciones en función de la experiencia.
La sanidad, aunque guarda similitudes con el resto de los asuntos, merece un capítulo aparte. El campo de la educación, también, aunque cabe apuntar que según los índices del programa de evaluación internacional conocido como informe PISA, Castilla y León no sale mal parada, y se saca pecho por el buen nivel educativo. Sin embargo, el país está por debajo de la media de la OCDE, y cuando esto se convierte en una realidad, se debería demostrar más humildad porque solo en la convergencia de niveles se puede fomentar la competitividad en este país. Los desequilibrios territoriales llevan a una lectura intencionada y a veces sesgada de las estadísticas, porque entrando en el campo de la seguridad en Ávila nos hemos dado de bruces esta semana con el informe de criminalidad del año pasado elaborado por el Ministerio del Interior, en el que la provincia no sale muy bien parada, de hecho, es la segunda más insegura de Castilla y León en la comparativa de infracciones penales por cada 1.000 habitantes. Pero a la vez, Castilla y León, como media, vive un razonable buen nivel de seguridad, en quinta posición, con 14 puntos menos de criminalidad que la media nacional. Pero, ¿qué le resulta más impactante al ciudadano? ¿Que en su provincia se cometan más delitos? ¿O que en su comunidad se comentan menos hechos delictivos? Desde luego, la proximidad aquí gana enteros. Y aunque en términos objetivos el número de delitos no es muy exagerado (excepto si entramos en el capítulo de la cibercriminalidad), llama la atención porcentualmente que los homicidios dolosos y asesinatos en grado de tentativa hayan pasado de 1 a 4; que las agresiones sexuales con penetración hayan aumentado de 9 a 14; y que las sustracciones de vehículos hayan crecido de 13 a 28 en la provincia.
Pero esta estadística no tiene que quebrar la sensación de seguridad que late en la provincia, porque ante los hechos más llamativos estamos siendo testigos de acertados ejercicios policiales con buenos resultados. Quizás este aumento de criminalidad es lo que está propiciando un incremento de operaciones. Y para que la seguridad siga con tendencia ascendente se deben seguir haciendo esfuerzos por reforzar las plantillas con medios humanos y materiales para hacer frente a los delincuentes.
Y sobre todo, no pierdan de vista la cibercriminalidad, que casi uno de cada tres delitos en nuestra provincia tiene este tinte, y encima aquí hablamos de unos números mucho más exagerados: 1.838 crímenes en 2023, más de cinco al día.