La riquísima, asombrosa y no siempre bien valorada naturaleza que rodea el Camino de Santiago, en especial la vegetal, fue la protagonista el martes de la conferencia incluida en la IX Semana Jacobea en Ávila, un acercamiento que llegó de la mano de Ramón Morales, doctor en Biología y científico titular del CSIC, que supo transmitir muy bien, y con capacidad de implicación, un mensaje al mismo tiempo de admiración y de reivindicación de cuidado.
Comentó Ramón Morales que cuando se habla del Camino suele hacerse especial hincapié en la riqueza patrimonial que lo acompaña, singular y admirable, pero él quiso destacar, en una charla titulada 'La naturaleza en el Camino. ¿Qué ves, qué oyes, qué sientes peregrino?', que «aunque cuando hacemos esa ruta vamos viendo monumentos y nos abrigamos en las ciudades y los pueblos, ese itinerario es fundamentalmente ir por el medio del campo, por el medio de la naturaleza, por unos bosques de una riqueza y una belleza extraordinarias, y esto sigue siendo bastante desconocido a pesar de su enorme valor».
Encinas, castaños, robles, fresnos, piornos, jaras, tojos, tomillos, hierbas… la riqueza y variedad de plantas que rodea las rutas jacobeas es magnífica y «hay que conocerla, al menos mínimamente, para apreciarla y al mismo tiempo disfrutar más del Camino», porque, «aparte de que sin los vegetales no podemos vivir, su presencia da una belleza añadida que es también vida para nosotros».
Hay paisajes del Camino «que ha configurado el hombre y otros que están muy poco condicionados aún por la presencia humana», pero unos y otros, defendió Ramón Morales, «conforman un mundo vegetal que es una maravilla y que además de sorprenderte por su belleza también te abren el alma, que son no solamente bellos sino también podríamos decir que sanadores».
informar y concienciar. Con esta charla, resumió, su principal objetivo, aparte de explicar esa gran riqueza vegetal del Camino, era «concienciar a la gente de que tenemos que conocer por lo menos un mínimo de esas plantas, comenzando por los árboles y continuando con muchas hierbas que crecen a los lados de los caminos, porque conociéndolas las cuidaremos mejor, ya que las plantas son seres vivos igual que nosotros, y además disfrutaremos más de su presencia».
Desde esa perspectiva que mezclaba información, admiración y reivindicación, Ramón Morales habló de las formaciones vegetales que definen el paisaje del Camino y también lo hizo de los usos que hacemos de todas esas plantas «sin las cuales no podríamos sobrevivir» y de las plantas medicinales que crecen en esos campos, que no son pocas.
En coherencia con todo ello recordó este doctor en Biología la necesidad de que los peregrinos, igual que cualquier otra persona que salga al campo en cualquier lugar, no dejen ninguna huella allí por donde transitan «porque somos parte de la naturaleza y tenemos que cuidar de ella ya que ello significa también cuidar de nosotros».
Comentó asimismo Ramón Morales que aunque la mayoría de los libros que se han escrito para hablar de las maravillas del Camino se centran en el patrimonio monumental y/o en la espiritualidad, hay algunos, pocos, que tienen como protagonista a la naturaleza que acompaña al peregrino, entre ellos una guía de las plantas medicinales del camino de Santiago, de Juan Mugarza, y otro de apuntes botánicos del Camino, obra de Santiago Soria Carreras, a los que sumó otro titulado Patrimonio geológico del Camino de Santiago, «que habla de las formaciones y los asientos geográficos de esos espacios, algo muy interesante de lo que todos deberíamos saber un poco».