Cuentos escritos a más de 5.000 kilómetros de distancia

E.Carretero
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Ricardo Serrano, abulense que reside en Canadá, ha recopilado en un libro de relatos cortos parte de los recuerdos que le llevan a La Aldehuela, el pueblo donde su abuelo ejercía de practicante

Cuentos escritos a más de 5.000 kilómetros de distancia - Foto: David Castro

Ricardo Serrano Deza nació en Ávila, se licenció en Filosofía por la Universidad de Salamanca y por la Pontificia y siendo muy joven se fue a Canadá para trabajar como profesor de Lengua y Literatura Castellana en la Universidad de Quebec. Sin embargo, pese a llevar medio siglo en esas latitudes y a pesar de los más de 5.300 kilómetros que separan Trois-Riviéres de la tierra que le vio nacer, este abulense no solo no ha olvidado sus orígenes sino que ejerce de orgulloso abulense allá donde va. Pero no solo de ser de la capital de esta provincia sino deLa Aldehuela, el pequeño municipio de la comarca del Corneja en el que nació su padre, Estanislao, y en el que su abuelo, Eugenio, fue durante muchísimos años el practicante.  «Mi abuelo era un señor que tenía muy mal genio pero que sabía muchísimo y se desenvolvía muy bien», empieza a tirar este profesor de universidad ya jubilado de unos recuerdos que le han llevado a escribir 'Siete cuentos de La Aldehuela', un libro de relatos breves en los que se entremezclan historias y personajes reales que Ricardo conoció durante aquellos meses que pasaba en el pueblo paterno con otras ficticias pero que, asegura, «podrían haber sucedido perfectamente». 

Un libro escrito desde la distancia, tanto geográfica pero también temporal, ya que en él comparte recuerdos de su más tierna infancia, y que le une aún más a un pueblo al que incluso el gran Lope de Vega dedicó una de sus comedias, en este caso la que se centra en los amoríos entre  Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba, y una molinera del lugar, fruto de los cuales nació en 1527 Fernando Álvarez de Toledo, quien sería  Gran Prior de Castilla.  De hecho, no son estos cuentos dedicados al pueblo en el que su abuelo ejerció como único sanitario los que Ricardo ha escrito sobre el lugar en el que se asientan sus raíces paternas ya que también es obra suya una edición de que de la comedia sobre esos amoríos escribió en su día el también autor de 'El perro del hortelano' o 'Fuente Ovejuna'. Es más, cuenta Ricardo que fue tras la presentación de 'La Aldehuela y el Gran Prior de Castilla', reedición de este clásico publicada por la IGDA y que se acompaña con un prólogo de este profesor de la Universidad de Quebec, cuando gestó la idea de escribir un libro de cuentos dedicado al que considera su pueblo y en el que fueran apareciendo vecinos y familiares de La Aldehuela. 

Aunque por estos cuentos desfilan gentes de toda edad y condición de La Aldehuela, es su tío Gabriel, que era carpintero y «muy bueno», asegura, el que más protagonismo tiene. «De boina bien calada, faja negra, traje de pana con chaleco y reloj», asegura Ricardo que la filosofía de su tío «no era de plaza, sino de puertas adentro» pero que en su forma de ver la vida «había grano para llenar de contento el celemín de las horas tristes de aquel teatro de curas y biempensantes en el que estuvimos haciendo de figurantes hasta que se rompió el telón de la posguerra». No en vano, hay dos acontecimientos históricos que marcan los cuentos que Ricardo recopila en este libro y en los que tira de la manta de los recuerdos:los duros años que vinieron tras la cruenta Guerra Civil y la pandemia de coronavirus. «La posguerra se eternizó después en La Aldehuela hasta la asfixia y, desde los primeros años de 1960, no dejó otra alternativa que la emigración», lamenta este profesor que cuenta que hasta el tío Gabriel se fue a Ávila. Es más, en esa época en la que el carpintero abandonó su pueblo se ambienta otros de los cuentos, que en este caso discurre durante una visita que Ricardo y su familiar realizan al Museo Provincial, donde Gabriel queda totalmente extrañado de ver allí los carros de y el acopio de semillas. 

presentación Explica Ricardo que los relatos que se recogen en este libro no van ordenados cronológicamente pero que todos ellos transcurren desde la mitad de la década de los años 50 del siglo pasado, lo que propicia que muchos de los personajes que se pasean por las páginas de este libro de cuentos sigan vivos y se puedan reconocer y encontrar en esta narración. Y es que todos los cuentos parten de «una base absolutamente real que forma parte de mis recuerdos y de leyendas que me han contado», explica este experto en Lengua y Literatura Española que este sábado presentó en Villafranca de la Sierra, dentro de los actos programados con motivo del Día del Libro, este manojo de cuentos escritos desde la distancia pero con la pluma de la cercanía emocional.  

Ricardo Serrano nació en Ávila en 1947 y tras estudiar en el Colegio Diocesano se marchó a Salamanca para estudiar Filosofía, graduándose de estos estudios tanto en la USAL como en la Universidad Pontificia. Posteriormente se fue a Madrid, donde durante un año estuvo dando clases en la Universidad Complutense y en el Centro Universitario de Toledo, que dependía de la anterior. Hasta que se creó el Centro de Estudios Españoles en Montreal, que dependía del desaparecido Instituto Español de Migraciones, siendo él y su mujer, la también abulense Marisol Fernández, los encargados de  su puesta en marcha. «Después hubo otros profesores que llegaron porque aquello creció mucho y tuvo mucha actividad», recuerda este profesor universitario sus primeros años en Canadá cuando coincidió con muchos otros abulenses, sobre todo de El Barraco, la mayoría de ellos ya retornados, y que llegaron a ese país, explica, a raíz de la conocida como 'Operación Bisonte', acuerdo entre Canadá y el gobierno de Franco para que españoles de zonas desfavorecidas se instalaran en los pueblos del norte de Montreal donde las condiciones meteorológias eran muy extremas. «Esa gente duró muy poco allí, meses, y se movieron todos a Montreal», recuerda este abulense de memoria prodigiosa.