Esculturas llenas de vida y significado que te miran

D. Casillas
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Teresa Guerrero y Javier Martínez muestran su maestría como escultores en la exposición que celebra en el Palacio los Serrano

Teresa Guerrero y Javier Martínez, dos escultores magníficos cuya obra no puede por menos que gustar a cualquier espectador que aprecie el buen arte, ese que se vale por sí mismo y no necesita de justificaciones teóricas que lo sostengan, inauguraron este jueves en el Palacio los Serrano de Fundación Ávila una exposición conjunta, titulada 'Tras la mirada', a la que aportan un puñado de obras que siendo muy parecidas en su ejecución formal presentan pequeñas diferencias que definen a uno y otro.

No es la primera vez que ambos artistas, a los que además de la maestría en la escultura une la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid –donde ella es profesora titular del Departamento de Escultura y él llevó a cabo su formación–, exponen conjuntamente y con otros compañeros de oficio, lo que demuestra ya de antemano que entre ellos existe una buena afinidad.

Una vaca de tamaño natural realizada en escayola que descansa en el suelo, y que conserva en su piel artificial algunos restos de plantas que demuestran que ha vivido en la calle, da la bienvenida a la exposición nada más traspasar la puerta de la calle del Palacio –dando ya una atinada idea de la calidad de la obra que espera dentro–, igual que hace unos metros más adelante 'una' ángel situada justo al pie de las escaleras de la sala donde se exponen las piezas (la Benjamín Palencia), y una vez dentro de ella se despliega ante el visitante una magnífica oferta de arte tridimensional que merece ser vista con sosiego.

El ser humano, reproducido de pies a cabeza o quedándose solamente en el busto o poco más, muchas veces como individualidad y en algunas formando parte de recoletos grupos, es el principal protagonista de la obra de ambos artistas, aunque también hay algún acercamiento igual de interesante al mundo animal (un gato se mueve inmóvil por el suelo, un perro descansa casi fundido o confundido en su base) y al vegetal (lirios).

Miradas muy vivas. Los retratos en bulto redondo creados por ambos están llenos de significación, sus miradas son intensas y buscan la del espectador, y su quietud evidencia (o insinúa) una riqueza interior que parece querer dialogar con el visitante. Están congelados en el tiempo pero están completamente vivos, como esperando el momento adecuado para cobrar vida y contar su historia no sólo con el silencio sino también con la palabra. 

Escayola, madera (de caoba, de cerezo…), metal, marmolina o resina son los materiales con los que esas esculturas han sido creadas por Teresa Guerrero y Javier Martínez, unas piezas en las que se conjuga el clasicismo y la modernidad, el academicismo y la innovación, porque al tiempo que rinden homenaje al mejor realismo guardan una capacidad simbólica, no necesariamente a través de la abstracción, que las enriquece un poco… o un mucho.

En ocasiones buscan la exactitud formal máxima, con una reproducción fiel de las arrugas, los pliegues y las lisuras... en otras prefieren crear aparentes imperfecciones, como haciendo ver que la obra se ha quedado a falta de los últimos mimos para que sea perfecta en las formas, pero en uno y otro caso la pieza habla calladamente a quien la mira, no se agota en sí misma.

Entre tanta escultura delicada caben muy coherentemente dos delicados bajorrelieves, uno en vertical, colgado de la pared, que mira al mundo greco-latino, y otro en horizontal, oscuro, que parece mucho más de presente en su intención de ser vida que emerge de la tierra.

Hay mucho corazón y mucha sutileza en esas obras (por ejemplo en el recoleto 'Momento de serenidad', o en esas manos que están entrelazadas o deseando hacerlo), mucha serenidad en la mayoría de ellas, aunque también se sienta al entrar en la sala del fondo, toda con obras de Javier Martínez, una entrada como a un espacio de resonancias bíblicas que llegan de unas esculturas en las que cabe un cierto expresionismo en las formas y en su colocación sobre las paredes o en una esquina.

La exposición, en paralelo con las otras dos que ahora llenan las salas del Palacio los Serrano, puede visitarse de lunes a viernes de 11,00 a 14,00 y de 18,00 a 21,00 horas, y los sábados de 11,00 a 13,30 y de 18,00 a 20,00 horas