Casi 50 años de crecimiento y dedicación al transporte

M.E
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Con origen en Las Navas del Marqués y expansión a Ávila y a Segovia, Transportes M. Esteban homenajea al pasado y celebra su presente y futuro sin perder de vista los nuevos retos de un sector en auge

Casi 50 años de crecimiento y dedicación al transporte

Más de 50 años han pasado desde que Marcelo Esteban, un emprendedor de raza de Las Navas del Marqués, compró su primer camión, un Barreiros. Corría el año 1967 y no tenía carné para conducirlo, pero eso no frenó sus ganas y su visión del negocio sobre un sector, el del transporte de mercancías, que estaba echando a rodar. Marcelo, que empezó cortando pinos y haciendo leña y astillas, tuvo tiempo para formar una gran familia y poner los cimientos de una gran empresa, Transportes M. Esteban. Familia y negocio han ido creciendo con los años y, de hecho, están muy vinculados. Tres de sus hijos, su yerno y varios nietos se fueron incorporando a la compañía para darle el impulso que necesitaba en cada época manteniendo la misma filosofía que le llevó al liderazgo del sector en la provincia, la de «no conformarse», innovar y fijar nuevos retos.  

Nos lo cuenta uno de esos nietos que ha cogido el testigo esta empresa familiar, José Antonio Esteban, tarea que comparte con uno de sus primos, Diego Esteban, y con su tío Ángel Esteban, el que queda en activo. Hoy Transportes M. Esteban es una empresa especializada en almacenaje, logística y distribución que ofrece servicios en prácticamente todo el abanico del transporte de mercancías, desde transporte en frío, en el que está especializado, hasta mensajería y paquetería pasando por paletería, grupaje y carga completa. Dispone de una flota de 80 vehículos entre Ávila y Segovia dotados con trampilla elevadora  –30 de ellos para transporte en frío– y tiene a más de un centenar de trabajadores en plantilla entre las dos sedes, la de Ávila, que cuenta con dos naves en el Polígono de Las Hervencias, un taller y otra nave en proyecto, y la de Segovia, con dos naves abiertas. 

Pero aunque están muy a gusto en Ávila, a donde llegaron a finales de los años 80, los orígenes están en Las Navas del Marqués, se encarga de explicar José Antonio Esteban, quien no ahorra elogios para un abuelo que, sin tener apenas estudios, como ocurría antes, tuvo una gran visión de futuro y supo ponerla en práctica. «Era muy comercial, cortaba pinos y se dio cuenta de que hacían falta camiones para el transporte, así que decidió comprarse un camión para el que al principio contrató a un chófer», apunta su nieto. Pronto empezaron a trabajar con él sus tres hijos varones, José, Germán y Ángel Esteban, y el negocio creció. Primero trabajaron para la Unión Resinera Española y, lejos de conformarse con el reparto de madera, abrieron el campo al transporte de leche hacia Madrid, para después ver la oportunidad de aprovechar el viaje de vuelta para traer paquetes. Sin dejar la Resinera deciden montar su propia empresa, fijando para ello la sede en Ávila. 

Así nació, a principios de los años 80, Transportes M. Esteban. La primera sede estuvo en una pequeña nave en el Paseo de San Roque, pero pronto se quedó pequeña y a finales de la década se trasladaron a una nave de unos 250 metros cuadrados en la calle Río Duero, en Las Hervencias, lo que hoy es su taller. Ya en los años 90 tuvieron que ampliar las instalaciones y levantaron una nueva nave en la calle Río Tera, también en el polígono, de 1.500 metros cuadrados y con cuatro muelles. Por aquella época decidieron expandir el negocio a Segovia para montar una red de paquetería entre Segovia, Ávila y Madrid con un servicio convencional diario y continuó el crecimiento. «Se fueron comprando camiones, furgonetas y algún trailer, metimos el turno de noche y luego abrimos una nave propia en Segovia, en el polígono de Hontoria, de 1.000 m2 de superficie que con el tiempo tuvimos que duplicar», recuerda José Antonio. Para entonces ya no estaba su abuelo en el negocio y se había incorporado al mismo su tío José Segovia (marido de su tía Esther Esteban). Poco después lo haría él y, años después, su primo Diego. Desde pequeño lo tuvo claro. «Empecé en 1994, tenía 14 años pero era y es mi pasión; nunca me he imaginado haciendo otra cosa, a mí me salieron los dientes en un camión y tanto yo como mis primos soñábamos con eso», afirma.

Sobre el secreto del éxito de la empresa familiar, destaca la valentía de su abuelo y el afán de superación y la capacidad de trabajo de la segunda generación, la de sus padres y tíos, que se mantuvieron en la senda de «seguir abriendo caminos» y nuevas líneas de negocio, «sin conformarse» y sin decir «nunca que no» ni a los clientes ni a los nuevos retos. Por esa visión y por haber llevado a la empresa hasta donde está acaban de recibir un merecido homenaje de empleados y de su familia. 

 

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