Asistimos con naturalidad al extravío de algunas de las reglas de la democracia. Una de ellas y no menor es que al ser la democracia un régimen de opinión pública los políticos están obligados a rendir cuentas de sus actos. Y en el control de sus actos, además del Parlamento, tienen un papel importante los medios de comunicación. El sistema se deteriora cuando los políticos impiden ejercer su papel a los medios. Quien gobierna está obligado a responder a las preguntas que suscitan sus actos. Qué el presidente del Gobierno -a la sazón en funciones- convoque a los medios, pero no admita preguntas es un claro abuso de poder. En la misma estela cabe situar las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros en las que la actual Portavoz no responde a las preguntas.
El origen de tan arbitrario proceder se explica -que no justifica-en un intento patético para evitar responder por la cuestión de la amnistía y las cesiones a las que está dispuesto a llegar Pedro Sánchez con el prófugo Carles Puigdemont a cambio de que los siete diputados de Junts apoyen su investidura. Preguntas sobre la amnistía y el alcance de la misma. Preguntas sobre si quedarán en el olvido los procesos penales, administrativos y contables derivados del 1 de Octubre de 2017, cuando se celebró un referéndum ilegal de secesión. Preguntas sobre sí los negociadores del PSOE se han rebajado a aceptar como interlocutor de esas negociaciones a Gonzalo Boye, el abogado de Puigdemont condenado en su día por colaborar con la banda terrorista ETA en el secuestro del empresario Emiliano Revilla. Preguntas que en función de la actualidad de estos días atienden a la idea de que noticia es aquello alguien está intentando ocultar.
Las preguntas son la esencia del periodismo. Exigir que los políticos se sometan a las preguntas que se derivan de sus actos no es el resultado de una preocupación gremial. El periodista cumple con su función cuando actúa como intermediario, como contrapeso, no como contrapoder. No tengo una visión idílica del periodismo y dudo acerca del alcance real de su capacidad para contribuir a la mejora de nuestra sociedad, pero, pese a nuestras limitaciones, sigo pensando que sin un periodismo libre la democracia se empobrece y a la larga desaparece. Por eso es necesario alertar acerca del extravío de las reglas de juego de la democracia. Y para eso siguen siendo imprescindibles las preguntas. Le convengan no a al ciudadano Pedro Sánchez.