«Mi marido tuvo la idea de montar un asador, como en Segovia»

E.Carretero
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María González y Javier de la Iglesia abandonaron hace 25 años Madrid, donde regentaban cuatro carnicerías, para establecerse en Pedro Bernardo, donde abrieron el asador La Asomadilla, un referente hostelero en toda la zona

«Mi marido tuvo la idea de montar un asador, como en Segovia» - Foto: David Castro

Javier de la Iglesia, cucharero, y María González, madrileña, dejaron la capital del país hace un cuarto de siglo para volver a la tierra de él y lo hicieron pensando en sus hijos y esa vida más tranquila que el medio rural puede ofrecer. En concreto, en Pedro Bernardo se instalaron pensando en uno de sus cuatro hijos, con parálisis cerebral y a quien la terapia con caballos le podría ayudar, como así fue. Con esa idea, y tras dejar las cuatro carnicerías que el matrimonio tenía en Madrid, se instalaron en el Balcón del Tiétar, donde abrieron el asador La Asomadilla, en un paraje de recreo donde además cuidan a sus caballos.  

«Mi marido tuvo la idea de montar un asador, algo que ya había visto en Segovia», cuenta María cómo nació este negocio que pese a los pronósticos de muchos vecinos el pasado agosto cumplió 25 años de vida. «Cuando abrimos, nos daban un mes», recuerda esta empresaria, que recientemente se tuvo que jubilar, antes de lo que le hubiera gustado y en este caso por motivos de salud, al hablar de un negocio que se ha convertido en referente no solo en Pedro Bernardo sino en toda la zona. 

Cochinillo asado, cabrito, cordero y chuletones de ternera son los protagonistas de la carta de este negocio hostelero donde la estrella es el horno de leña en el que, hasta hace unos meses María y ahora su hija Marta, se da el punto exacto a las carnes, que en el caso del cabrito y el cordero «son de la zona». Eso sí, recuerda María que los asados son siempre por encargo y que son muchas, muchísimas, las personas que los fines de semana eligen este asador para comer bien y a la vez para disfrutar de un servicio profesional, ambiente tranquilo y en contacto con la naturaleza. Por eso, cuenta María, cuando llega el buen tiempo la terraza es la zona más demandada por los clientes, muchos de ellos turistas también.