El talento silencioso

Diego Izco (SPC)
-

Marc Casadó se ha hecho con la manija del centro del campo azulgrana - Foto: Europa Press

Acaban de darle el Balón de Oro a un mediocentro. A uno de esos futbolistas que sostienen al equipo en silencio relativo, porque mantienen la compostura como soldados de la Guardia Real británica, impasibles, mientras los atacantes brillan con las habituales maniobras de quienes ganan premios individuales. El de Rodri es el trofeo 'unificado' para Gerson, Neeskens, Falcao, Breitner, Rijkaard, Ardiles, Tardelli, Pirlo, Lampard, Vieira o Busquets: los motores de algunos de los mejores equipos del mundo. 

Ha coincidido este reconocimiento con el 'nacimiento' de otra futura estrella de ese paisaje extraño, el del pivote defensivo, donde aparentemente no sucede nada pero está sucediendo todo. Marc Casadó se plantó en el clásico con la convicción de que era su noche y constató que la apuesta de Hansi Flick por su continuidad y titularidad no tiene nada de 'brindis al sol' o 'necesidad pasajera'. En ese 0-4 donde todos hablaron del tridente ofensivo o de la línea del fuera de juego, el canterano dio un simposio de cómo se juega 'ahí': sosteniendo o empujando según pidiera el momento, sin apenas errores más allá de los nervios iniciales de un chico de 21 años que se estrenaba ante el Real Madrid y en el Bernabéu. 

Salió como un héroe. Un muchacho anónimo a comienzos de temporada, que había desaparecido incluso del radar de la Federación Española (quemó su última etapa internacional con la sub'17), pero que ha reclamado de vuelta los focos. Un muchacho menudo que gana sus duelos porque conoce el oficio: no hace falta tanto el músculo como la cabeza, como en esos concursos de pulsos en los que un 'enclenque' de fuerza natural dobla el brazo a una bestia de gimnasio y anabolizantes. Casadó apenas mide 1,72 metros y solo pesa 65 kilos. Pierde en todas las comparación físicas con otros mediocentros del planeta, pero, como decía Franco Baresi en sus últimos años, «en determinados puestos no hace falta correr mucho, sino correr bien». O sea, estar bien colocado. Y el español tiene el sentido táctico perfecto para el puesto. 

Trayectoria

Recaló en la cantera del Barça con apenas 13 años, la edad en la que nadie (salvo los porteros) tienen el puesto definido… pero los entrenadores pronto le dieron batuta y brújula. Llegaba con un escueto informe de sus técnicos en el Damm: «Nunca se pone nervioso». Ganó todos los títulos posibles con el Infantil A, donde destacaba su capacidad para robar y su salida limpia de balón. Un talento silencioso que fue escalando en el club perfecto para su fútbol. 

En la 20/21 fue el capitán del equipo juvenil que conquistó Liga y Copa, y su forma de interpretar el juego llegó al despacho de Xavi Hernández, ídolo de juventud del muchacho y por entonces primer entrenador azulgrana. El 'profesor' se lo llevó a la gira estadounidense en la pretemporada de 2022 y Casadó aceptó el reto. Como había sobrepoblación en el mediocampo, se adaptó al lateral derecho, probó como central… y volvió al Barça B, donde aguardó su momento. Las lesiones de los 'gigantes' obligaron a Flick a mirar al filial, y allí estaba él, con todo el fútbol en la cabeza y en las piernas, dispuesto a encabezar desde la sombra la reconstrucción del mejor Barcelona en muchos años. 

Su rendimiento (490 pases con un 90,6 por ciento de acierto, 30 recuperaciones y dos asistencias) le ha puesto en el radar de la selección absoluta: el próximo viernes 8, De la Fuente dará una lista para los dos partidos de la Liga de las Naciones que restan (Dinamarca y Suiza). No sería ninguna sorpresa, ahora que Rodri está lesionado, escuchar su nombre.