No hace mucho que salieron a la luz dos antologías para las que fueron seleccionados algunos de sus textos, una de poesía (Sentados o de pie.Nueve poetas en su sitio) y otra de aforismos (Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos) –amén de otro libro de frases con enjundia, Profanación del poder–, y ya tiene Mario Pérez Antolín en el mercado un nuevo libro en el que vuelve a trabajar el difícil campo de las sentencias. Se trata ahora del volumen titulado La más cruel de las certezas, una nueva recopilación de aforismos que el propio autor asegura que está «más acabada y rotunda, si cabe, que la primera entrega».
Poder, sexo, muerte, ética, estética, literatura, metafísica, sociología, psicología, explica Pérez Antolín, son algunas de las materias que van «reiterándose y alternándose» en este nuevo libro «hasta construir un cuerpo de pensamiento hermosamente expresado».
Entre los más de 500 aforismos seleccionados para dar contenido a La más cruel de las certezas «conviven textos de muy diferente factura, desde los abiertamente sentenciosos, pasando por microrrelatos, prosas poéticas e incluso algún breve poema, hasta pequeñísimos ensayos que mantienen la unidad de estilo al abordar los temas a partir de la mínima unidad de expresión y sentido».
El libro, siguiendo la línea temática y estilística de este escritor, «preconiza un humanismo escéptico y complejo, manifiestamente impregnado de melancolía, que sin embargo no cae en el nihilismo por el énfasis que se pone en la reivindicación, contra cualquier obstrucción, de la dignidad humana. Desde esta perspectiva, el hilo conductor de toda la composición es una apología del antipoder, frente a cualesquiera fe, moral o ideología que ponga en solfa esa dignidad», de modo que «la ruptura de las falsas certezas se presenta como la única vía hacia un pensamiento emergentista y liberador, propósito último y fundamental de este libro».
Victoria Camps da la bienvenida a este libro con un prólogo en el que afirma que, «entre la filosofía y la poesía, Pérez Antolín muestra con su escritura que el pensamiento es capaz de emocionar al dejar de ser ese discurso árido que sólo sabe enlazar abstracciones y nos distancia del mundo».