Las viviendas del Área de Recuperación Urbana (ARU) La Cacharra-El Seminario que se podrán acoger a subvenciones públicas para que su rehabilitación sea menos onerosa para sus propietarios se han casi duplicado, pasando de las 154 contempladas desde la primera convocatoria (allá por noviembre de 2019) a las 300, tal y como comunicó el Ayuntamiento de la capital en la Junta de Gobierno Local el pasado jueves.
La noticia es en principio buena en el sentido de que aumenta muy sensiblemente los potenciales beneficiarios de esas ayudas para la rehabilitación, que puede ser tanto por motivos de seguridad, de comodidad o de estética, y eso abre la puerta a que más vecinos de esa zona puedan beneficiarse de ello, pero tras esa modificación a mayores se percibe también que estas ayudas no han calado como en principio se esperaba (también como en principio se deseaba) entre propietarios individuales y comunidades.
El aumento del número de viviendas potencialmente beneficiarias implica lógicamente la ampliación de los plazos que se manejaban hasta ahora, pero no el presupuesto total destinado a ello, que se mantiene en 4,4 millones de euros –de los que la Junta de Castilla y León aporta 2,1 (47,96 %); el Ayuntamiento de Ávila, 1,6 (35,82 %) y el Ministerio de Fomento, 437.120 euros (9,94 %), a lo que se suma que los particulares deberán financiar las actuaciones en un 6,28 por ciento–, de lo cual se evidencia que si por un lado hay que multiplicar por dos, en edificios 'invitados' a sumarse al ARU, por el otro hay que dividir por la misma cifra, en la sustancia de las ayudas a los beneficiarios.
En cualquier caso, parece que ha faltado información o capacidad de convencimiento por parte de las instituciones promotoras de este proyecto de regeneración urbana, porque siendo a todas luces positivo y teniendo en cuenta que es poca la aportación que deben hacer los beneficiarios (ese 6 por ciento no parece en principio impedimento para unas economías que se presupone que no son de las más boyantes de la capital), no es muy entendible que haya conseguido menos demandas de las que en principio se esperaban.
Sea como sea, ahora el Ayuntamiento debería actuar con más éxito en esta ampliación de plazos y de potenciales beneficiarios para que nadie que necesite reformar su vivienda pierda una oportunidad que quizás no vuelva. Allá donde ya se ha actuado se ve que la mejora ha sido interesante, cuando no también necesaria, por eso a ver si este barrio aprovecha ahora con más implicación la invitación que se la hace y da un paso importante en seguridad, comodidad y estética.