El 57,3% de las personas jóvenes de la Comunidad que se encuentran en situación de desempleo tienen un riesgo alto de padecer problemas de salud mental, una situación que empeora en el marco del medio rural, al añadir una «capa adicional de complejidad», al llegar hasta el 62,9%, según el informe de investigación 'Salud Mental y Empleabilidad Juvenil de Castilla y León' elaborado por la Fundación Santa María la Real. Datos que fueron presentados esta mañana en el 'Encuentro por la Salud Mental Juvenil y la empleabilidad en Castilla y León', que acogió la sede del Consejo Económico y Social, donde se puso de manifiesto la incidencia que supone la perspectiva de género, dado que el 60,6% de las mujeres en desempleo encuestadas tiene problemas de salud frente al 41,2% en el caso de los hombres, apuntó el director general de la Fundación Santa María la Real, Álvaro Retortillo.
Así, incidió en el ámbito de la formación para la prevención, por lo que aseguró que dicho informe explica que hay más casos en riesgo de padecer problemas de salud mental entre las personas jóvenes que no han participado en programas de empleo, cifra que se sitúa en el 65,1%, que entre las que sí han participado, que se posiciona en el 40,5%. El problema de la salud mental en los jóvenes no es un fenómeno nuevo, el cual se relaciona con el «proceso de socialización laboral» que se cuenta, ya que hay «una especie de programación y educación para que la vida se desarrolle en torno al trabajo de la mano de una trayectoria lineal ascendente, aunque dicha progresión, a día de hoy, se ha quebrado», afirmó.
En este sentido detalló que las promesas y el esfuerzo educativo «no se ve recompensado a la hora de acceder al mercado laboral y existe mucha precariedad laboral y las expectativas de acceso a un empleo de calidad se rebajan». Unas condiciones que no son nuevas, pero que se vieron acrecentadas con la pandemia, que incluyó una «sensación de aislamiento que agravó otro tipo de problemas en forma de espiral». Problemática que afecta en mayor medida a personas con estudios bajos y medios, pero que no se libran aquellos con formación superior o universitaria a nivel general, cuyos diagnósticos suelen producirse en el ámbito de la salud y desarrollar cuadros de ansiedad, estrés y depresión que se agravan en el tiempo y pueden dar lugar a una enfermedad mental al uso con el tiempo, subrayó la directora de Empleo e Inclusión Social, Natalia Serrano.
Herramientas y actuación
En ese sentido, la consejera de Familia, Isabel Blanco, recordó que una de las grandes preocupaciones de la Junta es el abordaje los problemas de la salud mental entre la población general, pero con especial incidencia entre los jóvenes de la Comunidad. Es por ello que incidió en la vinculación de la frustración con la no obtención de un empleo o que no esté adaptado a las expectativas y la repercusión en la salud mental de la juventud y, con especial atención, en las mujeres dentro de este colectivo.