La fiesta rojiblanca que se han dado este jueves el Athletic Club y su afición por la Copa del Rey ganada en Sevilla, contenida durante la multitudinaria travesía de la gabarra por la Ría, estalló en el balcón del Ayuntamiento de Bilbao, dirigida por Iker Muniain, que ejerce de capitán hasta para eso.
El '10' cogió el micro y ya solo lo soltó para ir dando paso a todos y casa uno de sus compañeros, también al presidente, Jon Uriarte, al entrenador, Ernesto Valverde, y al legendario José Ángel Iribar, en un formato de celebración largo pero divertido y muy en boga en los últimos tiempos.
De hecho, Muniain lleva con el micro casi desde la final en las diferentes celebraciones que lleva el Athletic desde el domingo, en las que se están destapando canciones nuevas que fueron cantando los jugadores desde el balcón.
Entre otras: "Este es el famoso Athletic, el famoso Athletic Club; estos son los campeones, ¡Aupa Athletic Txapeldun!", promovida por el propio Muniain; "No puedo vivir sin ti, Mikel Veeesga"; "Yo no soy delantero, yo no soy delantero, yo soy central, yo soy central; Dani Vivian, Dani Vivian ....".
Fue casi el colofón, aunque quedaba la recepción en la Diputación Foral de Bizkaia, a una tarde que Muniain confesó "inolvidable" y que comenzó unas horas antes, cuando la gabarra 'Athletic' empezó a surcar las aguas del Abra en el Club Marítimo y enfiló la Ría.
Una vez en la principal arteria fluvial de Bizkaia, la gabarra fue pasando por las localidades de Getxo, Santurtzi, Portugalete, Leioa, Sestao, Barakaldo y Erandio antes de llegar a Bilbao y desembarcar en Bilbao, a la altura del Ayuntamiento, eso sí, con 45 minutos de retraso.
Por el camino, también puntos emblemáticos, como el Puente de Bizkaia, el lugar donde estaban ubicados los recordados Altos Hornos, las campas de Lamiako, el sitio donde empezó a jugar el Athletic; el Itsasmuseum, donde atraca la gabarra en dique seco; el propio campo de San Mamés, frente al que el club bilbaíno a su paso ha realizado una ofrenda foral a las generaciones pasadas, o el Museo Guggenheim.
Y siempre las imágenes regadas por una impresionante marea rojiblanca, que si no llegó al millón de personas, que era la previsión oficial inicial, se quedó cerca. Lo que es seguro es que había cientos de miles de corazones rojiblancos.
Todos ellos, los que ya lo habían vivido o los que lo vivieron por primera vez tras 40 años sin poder hacerlo, lo disfrutaron durante la travesía de la gabarra, aunque los que se dieron cita frente al Ayuntamiento, abarrotado, fueron testigos del estallido de felicidad.
Muniain cogió el micro y Bilbao y el Athletic se entregaron a la fiesta de una jornada que emuló a las míticas de la gabarra de los años 80 y quedará en la memoria y con letras de oro junto a ellas.