El Complejo Asistencia de Ávila se encuentra detrás del primer proyecto de descarbonización de un proceso clínico en España. Y lo es gracias al trabajo realizado en suServicio de Oftalmología y encabezado por Javier Pascual Prieto, mediante el cual, el hospital abulense ha logrado reducir en un 20 por ciento la huella de carbono que genera cada intervención de cataratas.
El porcentaje es elevado, pero cobra aún más relevancia cuando se tiene en cuenta que «un tercio de la cirugía mayor ambulatoria del país es cirugía oftalmológica». Y dentro de eso, hay que valorar que «la cirugía de la catarata es la que más se hace a nivel mundial y en muchos contextos sanitarios es una de las cirugías que más se realiza», como comienza a explicar el doctor Pascual, que apunta además un dato: en Ávila, donde se cuenta con un hospital relativamente pequeño pero que atiende a una población por lo general envejecida, sólo el año pasado se llevaron a cabo 2.000 cirugías de este tipo.
«Lo que hemos hecho es mejorar todo el proceso de la catarata para que sea más eficiente y medir cuánta huella de carbono estamos ahorrando con esas medidas», comparte el joven oftalmólogo, que tiene muy clara cuál ha sido la filosofía del proyecto desde el minuto uno: buscar la eficiencia para mejorar el impacto ambiental de los procesos.
Y lo cierto es que lo han conseguido. «Hemos pasado de emitir 68 kilogramos de CO2 por cada cirugía de catarata a emitir 54», explica desde otro punto de vista esa reducción del 20 por ciento de emisión de dióxido de carbono conseguida buscando la eficiencia tanto en el transporte de los pacientes como en las pruebas preparatorias.
«Lo que más emite en una cirugía de la catarata son los productos y servicios. Es decir, las emisiones más importantes tienen que ver con los productos que tienes que comprar a terceros para poder realizar la cirugía», prosigue hablando el doctor Pascual, que pone como ejemplo los paños, el material desechable o la lente intraocular que se emplean en las operaciones.» Todo eso tiene un impacto significativo, porque es mucho material de usar y tirar, y la mayoría de las cosas son plásticos que vienen de entornos lejanos, de otros países.Eso tiene una huella de carbono muy elevada», apunta.
Pero hay otra huella de carbono que también es muy importante y que es en la que, reconoce, es en la que más han podido actuar: el desplazamiento de los pacientes.
«En la provincia de Ávila hay muchos pueblos, con una dispersión geográfica elevada. Son pacientes que tienen que hacer muchos kilómetros para poder venir. Eso tiene un impacto muy significativo en la contaminación de la catarata y de cualquier proceso», plantea el doctor.
De esta manera, y teniendo en cuenta que «hay pruebas que la evidencia científica nos dicen que no eran necesaria», el Servicio de Oftalmología ha procedido a eliminarlas. «Y otras se han aglutinado. Es decir», aclara, «si al paciente le tiene que ver el anestesista, intentamos que sea el mismo día de la intervención, lo que es un viaje menos. Y en aquellos pacientes en los que la cirugía va todo bien se les hace una revisión telefónica», continúa explicando. Y habla también de cómo a aquellos pacientes a los que se les va a operar del segundo ojo, se busca aprovechar las pruebas ya realizadas, como las del preoperatorio.
Todo esto, que además ahorra una gran cantidad de tiempo a los pacientes, hace que los procesos del servicio de Oftalmología sean más eficientes y no haya que gastar en otros recursos.
«Y los pacientes están encantados», no tiene problema en reconocer el artífice del proyecto. «También por el ahorro económico», dice, y apunta que por cada cirugía de catarata cada paciente se ahorra una media de nueve euros en gasolina, así como 61 minutos en desplazamientos. Todo ello sumado a los 14 kilogramos de dióxido de carbono menos en la atmósfera por cada cirugía, intervenciones ambulatorias que no suelen durar más de 40 minutos y que permiten a los pacientes estar en casa el mismo día de la operación.
Este proyecto - reconocido por la Plataforma Sanidad por el Clima- prosigue hablando el doctor Pascual, arrancó en 2023. «Por cada año estamos ahorrando en total 21 toneladas de dióxido de carbono, que es lo que emite un coche en recorrer 85.000 kilómetros», apunta otro dato sobre un proyecto que, confiesa, debería trasladarse a otros procedimientos y servicios.
De hecho, asegura, si bien el Complejo de Asistencia de Ávila ha sido pionero en la materia, éste «es un tema que cada vez se habla más en los congresos médicos. A lo que tenemos que ir es que siempre tenemos que pensar en cómo mejorar la eficiencia operativa de los procesos», dice.
«Cuando mejoras la eficiencia operativa de un proceso vas a mejorar en tiempo, en dinero, en la propia eficiencia del proceso y en la mayor parte de las ocasiones en eficiencia ambiental porque, al final, consumir menos recursos es consumir menos recursos ambientales», continúa reflexionando el oftalmólogo.
«Todo eso se engloba en mejorar la eficiencia de las cosas, de la calidad, y además, ahora, pensarlo desde el prisma de la eficiencia ambiental. Es como hacer lo mismo que hemos estado haciendo siempre, que es mejorar la eficiencia de las cosas, pero ahora darle una visión extra, que es intentar hacerlo además, para mejorar la eficiencia ambiental de los procesos», subraya.
Ahora, el Servicio de Oftalmología se plante una segunda fase dentro de un proyecto, que pasaría por la reducción de consumibles en las intervenciones. «Pero ahí hay otra serie de implicaciones que de momento no hemos podido abordar», reconoce el doctor Pascual que, eso sí, habla de los «pequeños gestos que se hacen todos los días», como el no malgastar colirios o hacer un uso racional de las cosas.
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