«La soledad es el refugio más sagrado, de donde parte todo»

David Casillas
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Miguel Velayos presenta el viernes en la Biblioteca de la Junta su nuevo poemario, 'Cuadrilátero', un libro intenso que invita a ser fuerte frente a la vida

«La soledad es el refugio más sagrado, de donde parte todo»

Un libro de formato casi cuadrado como el de un ring de boxeo, para hacer perfectamente coherente el elegante continente con el magnífico contenido, guarda para compartirlos los poemas del último libro publicado por el abulense Miguel Velayos, de título Cuadrilátero, un puñado de versos rotundos que golpean al lector con la contundencia que lo hace la vida –ese devenir inevitable, a veces plácido o incluso feliz, a veces doliente–, noqueándole o dándole ánimos según el caso.

Aunque el libro, que Miguel Velayos presentará este viernes en la Biblioteca Pública de Ávila (19,30 horas), «surge del fracaso», es un éxito para el lector por su calidad, por su capacidad para hurgar en el corazón y remover el espíritu –no menos puede exigírsele a la buena poesía– y porque conecta plenamente con cualquiera que haya sentido que ha vivido la vida en más de una de sus muchas vicisitudes.

Reconoce el autor, que Cuadrilátero (editorial Páramo) es «un libro muy intenso», y lo es no solamente por su accesible densidad y su valentía sino también «por el hecho de que como ha sido corregido a lo largo de más de diez años me he quedado con lo más intenso, lo más depurado y lo he ido corrigiendo según las circunstancias».

Además, añade, «cuando encontré la metáfora entre el boxeo y la vida», que sostiene de alguna manera el contenido del libro, «intenté que los textos fuesen lo más intenso posible para que golpearan, para que fuese un libro que golpease la conciencia y la sensibilidad del lector».

La primera parte del poemario, que reparte su contenido en cuatro 'rounds' pugilísticos, lleva por título Hacer sombra, y desde esa perspectiva de golpear al aire para mejorar la técnica de defensa y ataque y también de prepararse mentalmente para lo que ha de venir introduce Velayos al lector en un relato lírico con el que comienza a contar, «a modo de comparación legítima, que a determinada edad todo el mundo ha sufrido golpes en la vida, hemos perdido seres queridos, hemos perdido personas, hemos perdido amigos, hemos perdido ciudades», pero a pesar de eso no hay que perder de vista «la otra parte de la metáfora, que es la de levantarse para el siguiente asalto, la de poder redimirse e intentar levantarse con dignidad para continuar en la lucha vital».

Cuadrilátero, y ésa es otra de sus riquezas, se abre a muchos perfiles, a muchos significados, y así caben en él el desencanto, el desengaño vital, la tristeza, el desamor… pero también el amor, la alegría, la confianza en uno mismo, y es así, explica su autor, porque «aunque haya dolor detrás, que seguro que lo hay igual que hay alegría, siempre utilizando esa metáfora pugilística nos queda un asalto más, siempre te puedes levantar aunque hayas caído e incorporarte con dignidad». Ocurre, añade el poeta, que «en casi todos mis libros, aunque haya dureza, siempre intento que haya un espacio a la luz o a cierta esperanza, porque si no sería terrible».

No faltan tampoco la ironía y otras formas de sutileza en esos poemas, un saber reírse de uno mismo y del mundo que demuestra inteligencia y capacidad de superación, a pesar, apunta Miguel Velayos, de que «yo pretendía que fuese un libro irónico pero no lo conseguí; quería que fuera un libro de sarcasmo, de cierta ironía, porque la humorística es un tipo de poesía que yo admiro mucho, y aunque no lo conseguí en todo el conjunto sí que quedan en él pozos de esa ironía, de intentar sacar una sonrisa, aunque sea de medio lado, para reinos de nosotros mismos, porque tal y como está la situación o le pones un poco de humor y de cierta ironía a la vida o es complicado».

Con esas armas-argumentos de la ironía y el humor consigue Velayos que sus verdades, algunas como los puños de los púgiles de ese Cuadrilátero, no duelan… o duelan menos, porque, explica, «al final cada uno está en el lugar le corresponde, y eso hay que asumirlo».

La esencia del libro es la poesía, en buena lógica, pero ocurre que ésta se despliega a veces en forma de frases quizás menos líricas que contundentes, y eso, desvela su autor, es porque «este libro tiene mucho de aforismos; los poemas son muy breves y en algunos de ellos sí que se deja ver esa tendencia mía por el aforismo, por la sentencia».

Una de esas 'sentencias' defiende que «la soledad, a veces, es otra vocación», frase que resume el sentir de Velayos de que «la soledad para un poeta es fundamental, es el lugar para cualquier escritor, para cualquier persona que se dedique a alguna actividad creativa. La soledad es el refugio más sagrado, es de donde parte todo», pero con la condición de que consigas «hacer que la soledad sea habitable, fértil, luminosa…» es decir, y eso seguramente valga no sólo para el poeta sino para todas las personas, «que tienes que hacer una soledad lo más hermosa posible y que se convierta  en una vocación. La soledad, al final, para los escritores es la vocación verdadera, es donde uno está cómodo, donde uno empieza a dar forma al mundo y a lo que te rodea».

el amor. No podía faltar tampoco el tema del amor en un poemario que ahonda en la vida, aunque como el resto de los asuntos abordados pasa por el tamiz del cuadrilátero y deriva en frases como «amar a una mujer es también una forma segura de perderla»; esa perspectiva, comenta el poeta, nace de su intención de «hacer versos abiertos y que cada uno interprete en ellos lo que quiera. De hecho, yo no te podría dar una explicación ahora, cabal, sobre ese verso, porque lo escribí hace muchos años, pero es que quizás no tenga yo que darla sino invitar a cada lector a que saque su conclusión».

Que los versos «se presten a muchas interpretaciones» es otro valor de estos poemas porque invitan a que «cada lector haga suyo el poemario, que cada uno desde su situación actual, desde sus intereses, su sensibilidad y su momento haga propio lo que lee», una realidad que ya ha podido sentir Miguel Velayos cuando sus lectores le hablan de este libro, ya que «cada uno me hace una devolución personal; en muchos casos hay valoraciones que se parecen y en otros son muy diferentes, pero siempre son muy enriquecedoras porque cada uno lo interpreta por el momento en el que está pasando».