Un flechazo. Éso es lo que sintió la abulense Carla Senovilla cuando visitó por primera vez Roma, la ciudad que desde hace un lustro se ha convertido en su hogar. «Yo me enamoré del caos de Roma», asegura esta joven al hablar de la capital italiana a la que llegó para quedarse el 31 de julio de 2019. Unos años antes ya vivió allí durante unos meses y aunque regresó a nuestro país y también estuvo viviendo en Malta Carla no logró olvidar aquel tiempo que pasó en 'la ciudad eterna'.
De aquella época en Italia no solo se trajo Carla un recuerdo imborrable sino al que hoy es su marido, Marco, un italiano de Pescara, ciudad situada a orillas del mar Adriático, que no dudó en venir con esta abulense a España. En Madrid de hecho vivía la pareja hasta hace cinco años cuando a Carla, que trabaja para la cadena de hoteles Hilton, le surgió la posibilidad de ir a trabajar a Italia. No lo dudaron, y la única condición que puso ella, recuerda, es que el lugar para establecerse fuera Roma, la ciudad de la que quedó completamente prendada en 2014. «Me encantaba mi trabajo, pero en Madrid no era feliz», afirma Carla para explicar qué le empujó a tomar una decisión de la que cinco años después no se arrepiente.
Carla y Marco contrajeron matrimonio el 23 de julio del año pasado y no lo hicieron ni en Pescara ni en Ávila sino en Roma, la ciudad que se ha convertido en su hogar y donde ella trabaja como gobernanta del Aleph Rome Hotel, de la cadena Hilton y situado a unos metros de la famosa Fontana de Trevi. De hecho, recuerda que su boda contó con 80 invitados españoles, entre amigos y familiares, y buena parte de ellos abulenses. Como curiosidad cuenta que en las bodas italianas se pone «mucho énfasis en la comida» con unos cócteles muy abundantes y un menú con muchos platos en los que nunca falta la pasta. Sin embargo, dice, allí no se estila lo de la barra libre que prácticamente no falta en ninguna boda española y recuerda que pese a que los organizadores de la suya se empeñaron en que no era necesario ella insistió en que iban muchos españoles y había que poner bebidas en el baile. «Hicimos una boda mitad italiana y mitad española», cuenta divertida Carla al recordar cómo la propietaria de la finca donde se casó terminó dándole la razón.
«Vivo en una ciudad que es un museo al aire libre», afirma con entusiasmo esta joven abulense que entre las muchas cosas positivas de su vida en Roma apunta la de encontrar a cada paso un patrimonio espectacular. «Sales a dar una vuelta y sin darte cuenta estás en el Vaticano o en el Coliseo», pone como ejemplo de esa riqueza monumental e histórica que conserva Roma y de la que ella disfruta especialmente porque reside en el centro de la ciudad. La comida italiana, que Carla ha aprendido a cocinar gracias a su suegra, es otra de las cosas que esta abulense destaca de Roma, la ciudad de la que se enamoró hace una década y en la que ha terminado viviendo.