El rechazo que manifestó la oposición al proyecto de cuentas municipales del Ayuntamiento de Ávila presentado por el equipo de Gobierno del año pasado, podría parecer una situación extraordinaria, y aún siéndolo, se va a volver a repetir un año más si no hay algún giro brusco en los acontecimientos en la votación definitiva de los presupuestos. Los tres partidos de la oposición al gobierno de Por Ávila -PP, PSOE y Vox- han manifestado públicamente su rechazo al proyecto de presupuestos y ordenanzas que maneja el equipo de Gobierno para el próximo ejercicio.
Esta posición, ahora mismo, no confirma nada, porque lo que realmente importa no son las declaraciones, sino los votos en sede plenaria. Hasta ahora, aunque tampoco lo parece, las manifestaciones públicas pueden obedecer a una estrategia para tratar de arrastrar a los diferentes partidos hacia una situación límite para el cambio de pareceres.
Y decimos que no lo parece porque han pasado varios meses desde la moción de confianza que presentó Sánchez Cabrera, vinculada a los presupuestos, y se podían haber haber movido si acaso un ápice las posturas bien del gobierno, bien de la oposición, pero los moradores del Mercado Chico siguen en la misma actitud inmovilista. Aquella fórmula legal para sacar adelante las cuentas, se ideó como último recurso, y ahora se está convirtiendo en recurrente, lo que no es sano para el día a día de la ciudada, ni para la calidad democrática.
Quienes ocupan los asientos de salón de Plenos en el Ayuntamiento de Ávila, deberían recordar que están ahí porque han recibido el voto de los ciudadanos de esta ciudad, que han pedido que entre todos la hagan avanzar, no que den una imagen de colapso institucional porque el ciudadano no lo llega a comprender.
El electorado va a acabar de pasar factura cuando tenga oportunidad a esta estrategia inmovilista. El ciudadano está pidiendo que se le den soluciones a sus problemas, con una optimización de los recursos, porque entiende el contribuyente que ya son demasiados los impuestos con los que contribuye al desarrollo económico.
Mediocridad, agotamiento, falta de ideas, desconexión con la calle... por parte de la clase política local -sin entrar en otros niveles, que también darían que hablar- son las ideas que están calando en la ciudadanía. Y el votante, no lo olvidemos, es quien realmente tiene la sartén por el mango en los procesos electorales, tal y como se ha venido demostrando. Aunque durante cuatro años, sea el gobernante quien tome decisiones, éstas no pueden ser contrarias a lo que piensa la opinión pública.