O encanta o se odia. Lo que está claro es que el picante no deja indiferente a nadie. Sin embargo, antes de que los españoles descubrieran América este sabor estaba restringido a unos pocos, en este caso a los que más posibles tenían ya que la única forma de darle ese toque a la comida era utilizando pimienta negra, que venía de oriente y era muy cara. Por eso, cuando los españoles llegaron a América y vieron que allí esta hortaliza rojiza que acompañaban con cualquier comida daba sabor picante a cualquier plato no dudaron en traerse el ají para España y también recetas tan populares del Nuevo Mundo como el chilindrón. De hecho, el primer pimiento lo trajo el propio Cristóbal Colón, que se lo presentó a los Reyes Católicos en el encuentro que el navegante mantuvo con ellos en Barcelona en 1493.
Sin embargo fueron los españoles retornados de América quienes realmente introdujeron el pimiento en nuestro país, como explica el investigador y profesor de la Universidad de la Experiencia de Zaragoza Carlos Blázquez Herrero, que lleva más de tres décadas estudiando la relación de Candeleda con el pimentón y quien apunta que fueron soldados y frailes de vuelta al Viejo Mundo quienes popularizaron el pimiento en el Reino de España y también el proceso de secado con humo. Así fue como poco a poco el consumo de pimiento se fue extendiendo en nuestro país. Es más, apunta este investigador con raíces en Candeleda, hacia 1630 «el color de las cocinas españolas cambió, pasando del amarillo del azafrán al rojo que le otorgaba el pimiento. Incluso los chorizos, que hasta entonces eran blancos o negros, adquirieron esa tonalidad rojiza».
Explica Blázquez Herrero, que este sábado ofreció una conferencia sobre este tema en el Círculo Candeledano, que aunque el cultivo del pimiento se popularizó por todo el país las mayores producciones se dieron en La Rioja, Murcia, la comarca extremeña de La Vera y, sobre todo, Candeleda, donde se producía un pimentón de altísima calidad y de color rojo intenso gracias al proceso de secado al humo con madera. Es más, de la decena de molinos que en 1710 había en nuestro país siete estaban en esta localidad abulense que al año producía 12.000 arrobas de pimentón frente a las 1.000 que se generaban en toda La Vera. Un siglo después Candeleda llegó a contar con «una treintena de molinos con una producción anual de 600 toneladas de pimentón, frente a los trece que había en Losar de la Vera y la docena de Jaraíz de la Vera», donde las producciones apenas superaban las 100 toneladas en ambos casos.
Candeleda era, de hecho, el mayor productor de pimentón del país de modo que entre todos los pueblos de la comarca extremeña y la región de Murcia «no producían ni la mitad del pimentón que se producía en nuestro país», apunta este estudioso que reconoce, eso sí, que las malas comunicaciones de Candeleda, que hasta 1930 no contó con carreteras, lastraron la capacidad de exportar al tener que transportar este condimento con mulas debido a que los caminos eran de tierra y no soportaban ni el paso de los carros en las épocas de lluvia.
Y en esa falta de infraestructuras sitúa este profesor de la Universidad de Zaragoza que pasa buena parte del año en Candeleda, el declive de la actividad pimentonera de este municipio. Un declive que se inició en el siglo XIX y al que contribuyó el hecho de que los productores murcianos, los únicos que exportaban fuera de nuestro país, utilizaran aceite en la elaboración del pimentón lo que hizo que al llegar a destino este condimento se arranciara y el pimentón español perdiera la buena fama de la que gozaba hasta entonces. A esto se sumó, reconoce este investigador, la proliferación, un siglo después de neveras y frigoríficos que no solo ayudaron a conservar alimentos sino que favorecieron que «todo lo que oliera a humo en las cocinas fuera sinónimo de pobreza y falta de poder adquisitivo». Así, poco a poco, Candeleda fue perdiendo productores y cerrando molinos y secaderos. De hecho, en la actualidad la que en otros tiempos fuera la gran potencia del pimentón apenas supera la decena de productores, que eso sí siguen elaborando un producto de muchísima calidad porque el proceso continúa realizándose de forma artesanal, mientras que la comarca extremeña de La Vera se ha convertido en la reina del pimentón, con denominación de origen incluida.