Fallece el hostelero y sumiller Emilio Rufes

E.Carretero
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Nacido en una familia de hosteleros, desde joven demostró un carácter muy emprendedor con la puesta en marcha de varios negocios si bien la enología fue su gran pasión, siendo durante catorce años presidente de la Asociación Abulense de Sumilleres

Fallece el hostelero y sumiller Emilio Rufes - Foto: Isabel García

Emilio Rufes (Ávila, 1957) fallecía este sábado a última hora de la noche en Salobral de forma repentina, dejando la noticia de su fallecimiento consternados a sus familiares, amigos y en general a toda la sociedad abulense ya que el hostelero era una persona muy conocida en la ciudad.  

«Es una gran pérdida», afirmaba intentando contener las lágrimas su gran amigo Aurelio González, presidente de la Asociación de Sumilleres de Ávila, de la que Rufes fue uno de sus impulsores, además de su tercer presidente, en este caso durante catorce años. Y es que más allá de su actividad hostelera, que inició muy joven y en la que impulsó varios negocios, Emilio Rufes fue uno de los primeros abulenses en promocionar la cultura del vino en la ciudad. De hecho, durante su mandado al frente de la Asociación de Sumilleres de Ávila, recuerda González, otro de los impulsores de esta agrupación profesional, se puso en marcha la Feria del Vino y de Productos de la Tierra que se convirtió en una de las citas enológicas más destacadas de nuestro país, con presencia de las más importantes bodegas. También en esa época se impulsó desde Ávila un concurso nacional de sumilleres que trajo a la capital abulense a las mejores 'narices' de España. Con estas y otras actividades la Asociación de Sumilleres de Ávila, a la que hasta su fallecimiento seguía vinculado Rufes, se convirtió en una de las más importantes de nuestro país. 

«Es una persona que ha hecho muchísimo por dar a conocer el mundo del vino», reconoce Aurelio González al hablar de quien fue un gran entendido en este campo, además de una persona «muy generosa». 

Nacido en una familia muy numerosa (los Rufes eran diez hermanos), desde muy pequeño Emilio estuvo vinculado al  mundo de la hostelería teniendo en cuenta que sus padres regentaban el bar sindical situado junto al antiguo campo de fútbol de San Antonio. De hecho, siendo prácticamente un niño comenzó a vender con un cajón helados y caramelos en este lugar por lo que no es de extrañar que con 19 años abriera su primer negocio de hostelería. 

La afición por la enología también surgió en su juventud y de hecho nada más finalizar el servicio militar empezó a empaparse de todo lo que tenía que ver con la viticultura, tal y como él mismo recordaba en una entrevista que este periódico publicó el 23 de marzo de 2014 donde también rememoró como poco después se embarcó en proyectos relacionados con el vino, primero en la distribución y casi por la misma época, y con dos socios, con la apertura de la Tabernita de Vallespín, que fue una dirección muy innovadora para el Ávila de los años 80. 

De forma paralela Emilio Rufes empezó a asistir a ferias nacionales e internacionales y a participar en concursos de cata, donde demostró que era un gran sumiller y con una gran inquietud, además, por seguir aprendiendo. «En este mundo te vas metiendo cada vez más y se va convirtiendo en una forma de vivir, pues cada vez aprendes más y le coges más cariño», afirmaba el hostelero. 

Tras la aventura en la calle Vallespín, y con los mismos socios, abrió El Patio Chico, al que siguió la Taberna del Cava y el Buen Vino. Su espíritu inquieto le llevó también a abrir una tienda de vinos y delicatessen en la calle San Segundo, negocio que permaneció abierto durante casi dos décadas y que dio paso al restaurante La Bodega de Paquita, con una carta de vinos muy desarrollada que de hecho recibió un prestigioso premio como la tercera mejor del país. 

Junto a su amigo Aurelio Martín impartió, además, cursos de iniciación a la cata de la mano de la antigua Caja de Ávila y por los que pasaron más de medio millar de abulense en los que Rufes sembró esa semilla del amor al vino. 

La Bodeguita de San Segundo, que este año celebra su 25 aniversario, fue su último proyecto hostelero aunque ni muchísimo menos la última iniciativa en la que se involucró este hostelero inquieto que en los últimos años apostó firmemente por la cultura, llevando música a la calle San Segundo en un ejemplo más de su carácter innovador y emprendedor. De hecho hace apenas un mes impulsó la I Semana Internacional de Jazz de Ávila con participación de las mejores bandas de España. 

Seguro que la calle San Segundo, y todos los que le conocieron, le echarán de menos. Descanse en paz.