Echar una mano a aquellas personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad.Especialmente, si son menores no acompañados, migrantes o refugiados. Ésa es una de las premisas bajo las que Accem lleva trabajando 30 años en España.
Y lo hace también en Ávila, donde desde 2006 ha atendido a 75 menores no acompañados, que son los que aquí centran su labor.
«En el caso de Castilla y León somos una entidad que tiene cinco hogares vivienda de los cuales dos están en Ávila.En ellos trabajamos con menores. Y tenemos, además, un piso de preautonomía».Son palabras de Daniel Duque, responsable territorial de Accem en Castilla y León, que aclara que la labor de Accem llega a siete de las nueve provincias de Castilla y León, donde, al igual que en otros puntos del país, además de con niños trabajan con menores, mujer, personas mayores... «Pero especializados en migrantes y en refugiados», recalcaDuque, que aclara que Accem es, (junto a Cruz Roja y CEAR, sin sede en Castilla y León), una de las entidades que históricamente trabajan en España con aquellos que solicitan refugio o protección internacional.
«Esa experiencia que nos da llevar trabajando tanto tiempo con personas migrantes y refugiados hace que en ocasiones las administraciones nos llamen para ver si queremos trabajar con ellos en determinados programas específicos o en prestaciones de servicio, en conciertos sociales de intervención, como es el caso de los menores», prosigue hablando antes de centrarse en el caso de Ávila.
«En Ávila, en torno a la crisis de los cayucos, en 2006, pasó una situación similar a la que nos encontramos ahora, con la Comunidad Canaria, que llegaban muchos menores y de alguna manera el resto de comunidades autónomas hubo que mostrar solidaridad vía ministerio o vía acuerdos entre comunidades autónomas y ministerio para acoger menores y que pudiesen estar en las mejores condiciones posibles».
Y fue en 2006 cuando Accem abrió dos dispositivos de menores para poder acogerles. Menores cuya tutoría legal tenía el Gobierno canario pero que eran cotutelados por el Gobierno de Castilla y León, como sigue haciéndose ahora «en perfecta coordinación» entre administraciones, destaca Duque.
Preguntado sobre si son cada año más los menores que Accem atiende en Ávila,Duque lo tiene claro. «Hay picos en función de las circunstancias de otras comunidades autónomas», plantea. «A nosotros nos ocupa Canarias, que es una Comunidad Autónoma que por su situación geográfica tiene un mayor número de llegadas. Y de manera puntual hay picos, como está ocurriendo ahora, que ya tuvimos en su momento en 2007 y 2008, en el que llega un mayor número de menores», dice. Niños que, en muchos casos llegan de países en guerra, como Malí.
Pero lo cierto es que Accem «no detecta» que en la actualidad esté llegando un mayor número de menores. «Y hay recursos suficientes para tender a los menores que tienen que estar tutelados por esas exigencias a nivel normativo de protección al menor», quiere dejar claro Duque.
«Es verdad que en el caso de Canarias hay picos de mayores llegadas, pero somos un país lo suficientemente grande y con los recursos suficientes como para poder acoger a los menores que llegan a Canarias y que haciendo una distribución lógica y una coordinación entre administraciones y comunidades autónomas, como ha pasado de manera histórica y como año a año hay un acuerdo entre comunidades yCanarias para acoger menores, no consideramos que sea difícil o complicado absorber a ese número de menores en los recursos de menores que existen», abunda en sus explicaciones.
el trabajo en ávila. En la actualidad, son 20 los menores con los que Accem trabaja en sus dos hogares. ¿Y cómo se trabaja con ellos», preguntamos. «Muchos llegan por las mismas vías por las que llegan los adultos, con lo cual hay mayor riesgo, porque se someten a mafias, a viajes muy duros», comienza explicando Duque, que sabe bien que ésta «es una variable que agrava más y que dificulta, porque son niños y tienen que pasar por un proceso muy duro en cuanto a la llegada».
«Como lo prioritario es la protección del menor y así viene recogido en mucha normativa a nivel jurídico», explica, «cuando llega un menor adonde llegue y como lo prioritario siempre es la protección, tiene la obligación la administración, la Comunidad Autónoma en este caso, de tutelar a ese menor cuando se demuestra mediante las pruebas oportunas que es menor».
En el caso de Ávila hay menores derivados de Canarias, «Pero también menores que aterrizan en Castilla y León de alguna manera y que no están acompañados», comenta, por lo que la Junta tiene la obligación de tutelarles. «Y ellos en función de las plazas que queden libres, tanto de los recursos de Accem como en otras entidades, nos van derivando a estos niños para que puedan ocupar esas plazas hasta que llegan a la mayoría de edad», señala.
Hablamos de menores que llegan a España «con una situación complicada, a nivel personal, a nivel familiar».De ahí que sea tan importante trabajar con ellos en busca de una «integración plena», que en muchos, explica Duque.
«Lo primero que se hace es escolarizarles y darles apoyo psicológico de nuestros profesionales, porque los hogares vivienda tienen una serie de profesionales que son los que trabajan y los que intervienen metodológicamente». Y, además, se trabaja con el idioma. «En un altísimo porcentaje vienen con muchas ganas impresionantes de poder establecerse aquí, de quedarse aquí», alaba Duque el empeño de estos niños.
Y ese esfuerzo termina traduciéndose en muchas ocasiones en una inserción laboral. «Los datos de inserción laboral nos dicen que hay un altísimo porcentaje de niños que cuando se convierten en adultos, o incluso sin tener 18 años, por ejemplo en el caso de Ávila en torno al 40 por ciento en uno de los centros y al 25 por ciento en otro consiguen la inserción laboral antes de los 18 años o antes de salir del centro», explica. Para ello, en ocasiones, cuando llegan a los 18 años y están a punto de poder vivir de manera independiente se les prorroga un año más porque están a punto de tener un trabajo, o a punto de tener esa autonomía plena. «Y en el caso nuestro de Ávila, tanto en un hogar como en otro la inserción laboral es muy alta. Desde el hogar la mayoría acaban trabajando y se acaban quedando en Ávila», expone Duque, que habla también de cómo los chicos cuentan con un piso de autonomía. «Es para cuando cumplen 18 años y a lo mejor están haciendo un curso de formación específico que lleva vinculado un empleo, unas prácticas laborales, o está acabando algo de sus estudios». Una vez que ya tienen el trabajo, eso sí, los chicos comienzan a vivir de una manera normalizada, objetivo último de todo el proceso.
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