Ávila cuenta con 128 farmacias, de las que un centenar se encuentran en el medio rural. Parecen muchas pero lo cierto es que esto implica que menos de la mitad de los municipios abulenses cuentan con una botica. Eso sí, teniendo en cuenta las características demográficas de esta provincia muchas de estas farmacias están ubicadas en municipios muy poco poblados, en muchos de los casos con poco más del centenar de habitantes. Pero con independencia de donde se ubiquen tienen que ofrecer una atención farmacéutica continuada a la población a través de los servicios de urgencia. Es más, según la Orden de Sanidad de 7 de septiembre de 2015, por la que se determina la atención farmacéutica continuada de las oficinas de farmacia de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, con independencia del municipio en el que se ubiquen todas las oficinas de farmacia están obligadas a participar en los servicios de urgencia. Una obligación, reconoce Inés Barco, presidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Ávila, que en el caso de la capital abulense no conlleva grandes problemas puesto que las 27 farmacias en funcionamiento realizan estas guardias de 24 horas de forma rotativa pero que en el medio rural sí entrañan más complejidad teniendo en cuenta que la mayoría de las boticas cuentan con un único empleado para quien realizar estos turnos de 24 horas supone un esfuerzo que en no pocas ocasiones no va a aparejado de un aumento de ingresos. Es más, Barco asegura que hay farmacias rurales en las que al cabo de todo el año la suma de lo que se dispensa durante los turnos de urgencia es de cero euros. Esto, sumado a la poca actividad, ha propiciado que en los últimos años hayan cerrado varias farmacias en el medio rural. La última botica en echar el cierre, hace ya un año, fue la de Villarejo del Valle. Se trata del cuarto cierre en los últimos tres años, tiempo en el que también han bajado la persiana los despachos farmacéuticos de Solana de Rioalmar, San Martín del Pimpollar y San Martín de la Vega del Alberche. «No serán los últimos cierres», pronostica Barco conocedora de la realidad que viven los farmacéuticos del medio rural que no solo tienen que hacer frente al descenso de recetas dispensadas, y por tanto de ventas, sino también a unas guardias que son obligatorias por ley y que en el caso de pequeñas boticas rurales suponen un sobre esfuerzo en muchas ocasiones complicado de realizar. «Estar soportando guardias de forma personal, siempre la misma persona, obliga a no tener vida y a estar de guardia permanentemente», reconoce la responsable del Colegio de Farmacéuticos de Ávila.
Por este motivo existen excepciones, o mejor dicho exenciones, a esa obligatoriedad que todas las boticas tienen de hacer guardias. Son las propias farmacias, explica Barco, las que realizan la propuesta para dejar de hacer guardias nocturas y se la trasladan al Colegio de Farmacéuticos que a su vez la eleva a la Consejería de Sanidad, que es la que tiene la decisión final.
solicitud de exención. La normativa habilita un periodo para realizar estas propuestas, en este caso el mes de octubre, sin que este año ninguna farmacia de Ávila se haya realizado ninguna petición en este sentido por lo que el sistema de guardias permanecerá el próximo ejercicio sin variaciones en la provincia. No ocurrió lo mismo el pasado año cuando tras el cierre del despacho farmacéutico de Solana de Rioalmar la única farmacia que quedó abierta en la Zona Básica de Salud de Muñico fue la de Cabezas del Villar, a la que se le permitió rotar las guardias con las farmacias de la Zona Básica de Salud de Ávila, Muñana y San Pedro del Arroyo. Gracias a este cambio esta farmacia realiza una guardia «una semana sí y dos no», explica Barco una medida que indudablemente contribuye a aligerar la carga de horas en esta botica de Cabezas del Villar, que de otro modo tendría que haber hecho todas las guardias nocturnas de la Zona Básica de Salud de Muñico al ser ya la única botica abierta de la misma.
También se contempla esa excepción, pero solo para el caso de las guardias nocturnas, para las farmacias rurales en función de la distancia a la botica más próxima. Así ocurre, de hecho, con todas las farmacias de la Zona Básica de Salud de Ávila Rural, por su proximidad con la capital abulense, donde siempre hay una farmacia de guardia y porque el centro de salud también está en Ávila ciudad. Esta exención, de la que gozan farmacias como las de Hernansancho o Mingorría, no evita que estas boticas realicen las guardias diurnas de doce horas.
No pueden solicitar este tipo de exenciones las farmacias urbanas, todas las de Ávila capital, y semiurbanas, en este caso las situadas en núcleos de población más poblados como Las Navas del Marqués, Arenas de San Pedro o Cebreros.