El Ayuntamiento de Ávila pretende reacondicionar y poner en valor el dolmen prehistórico del Prado de las Cruces, ubicado en el barrio anexionado de Bernuy-Salinero. El alcalde, Jesús Manuel Sánchez Cabrera, ha anunciado esta mañana que el Consistorio ha sido beneficiario de una subvención de 115.000 euros del Ministerio de Transición Ecológica, de los cuales el 90% lo aportará la institución nacional y el 10% restante lo hará la administración local. Una intervención en este yacimiento arqueológico que irá de la mano de la rehabilitación de las antiguas escuelas como Centro de Interpretación Astroturístico para la observación de estrellas.

"Este proyecto que vamos a licitar próximamente va a permitir que pongamos en valor este lugar, que podamos adecentarlo y acondicionarlo para que todos aquellos visitantes que se quieran acercar puedan conocerlo", ha afirmado Sánchez Cabrera. El alcalde abulense ha estado acompañado de la teniente de alcalde del área de Empleo, Industria, Turismo y Comercio, Sonsoles Prieto, y del alcalde pedáneo de Bernuy-Salinero, Rubén Sánchez. "Pretendemos de esta manera contribuir también a poner en valor la historia de nuestro barrios anexionados. En este caso, Bernuy-Salinero, uno de los barrios con más historia de nuestra ciudad", ha declarado el primer edil de Ávila.

El proyecto pasará por la rehabilitación integral del entorno del Dolmen del Prado de las Cruces, incluido su camino de acceso y la señalización del yacimiento. La otra pata será el reacondicionamiento de las antiguas escuelas, que se transformarán en un Observatorio Astroturístico "para poner en valor de manera conjunta uno de los sitios más importantes de nuestro municipio desde el punto de vista de la historia", explicó Jesús Manuel Sánchez Cabrera.

El Dolmen del Prado de las Cruces consiste en un sepulcro megalítico erigido en durante la última etapa del Neolítico (siglos II-IV a.C.), y cuyo mayor frecuencia de uso estaría entre el 2.300 y el 1.800 a.C. y con un uso residual durante la Edad del Bronce. Fue descubierto en 1987 por la arqueóloga Mari Ángeles Álvarez y, en octubre de ese año, comenzaron los trabajos de excavación bajo la dirección de José Francisco Fabián. Se trata de un monumento funerario consistente en una cámara de planta pseudocircular, con un perímetro superior a los tres metros cerrado con lajas de piedras rectangulares en posición vertical de caras planas y borde superior redondeado. Alrededor se encontraba un túmulo de piedra revestido de tierra de unos 22 metros de diámetro. Supone uno de los escasos ejemplos de esta arquitectura funeraria en el centro de la Península Ibérica.