Antonio Casado

CRÓNICA PERSONAL

Antonio Casado

Periodista especializado en información política y parlamentaria


El culebrón de Nochevieja

04/01/2024

Al PSOE le sobran motivos para ofenderse por el simbólico apaleamiento del presidente del Gobierno en las cercanías de la calle Ferraz (sede central del partido). Lo que no le sobra es credibilidad, después de haber dedicado miradas distraídas por hechos semejantes o mucho más graves sufridos por otros partidos. U otras instituciones. La Monarquía, sin ir más lejos, muy a menudo ultrajada en los rituales independentistas.
No escribo en el vacío. En el Congreso se está tramitando una proposición de ley de Sumar y apoyada por los socialistas que pretende "normalizar", que diría Iglesias Turrión, las injurias a la Corona al entender que quemar una foto de Felipe VI boca abajo, por ejemplo, entra en el terreno de la libertad de expresión más que en el del Código Penal.
Gobierno y el PSOE detectan una conducta de odio en sus competidores por la derecha. Sin embargo, más que señalar los peligros de una confrontación barriobajera, como la que propone la ultraderecha tentando contra el honor del presidente Sánchez, reducen el culebrón al silencio de Feijóo. Y eso es eludir el fondo de la cuestión.
Otros creemos que la supuesta indolencia del PP a la hora de condenar el hecho es un efecto colateral insignificante frente a lo que realmente importa señalar. Por un lado, esta abominable forma de hacer política que consiste en ridiculizar, injuriar o menospreciar al adversario (Sánchez virtualmente apaleado en la vía pública). Y por otro, la incumplida simetría argumental que obliga a políticos y periodistas, pero se olvida flagrantemente cuando el partidismo se cuela en los despachos de los dirigentes o en el teclado de los comunicadores.
El portavoz parlamentario del PSOE, Patxi Lopez, reprueba las conductas encaminadas a demonizar al adversario. Y tiene razón. Pero, una vez más hay que decirlo, lo que no tiene es crédito moral para denunciarlo cuando su propio partido demoniza sistemáticamente al PP y a Vox como agitadores de la presunta oleada fascista que nos invade si no lo impide el muro de Sánchez. O bien guarda silencio si quienes demonizan (al Rey, a la Constitución, al Estado, o al propio PSOE si se tercia) devienen en muleta de Sánchez para mantenerse en el poder.
No parece que la irritación socialista contra quienes apalearon el muñeco que remedaba simbólicamente al presidente del Gobierno en las cercanías de la calle Ferraz vaya a terminar en los tribunales.
¿Odio o libertad de expresión?
Cuando las razones políticas de ese tipo de comportamientos se convierten en licencia para delinquir, ¿cómo impedir su utilización como elemento exculpatorio por los responsables del aquelarre ultraderechista de la Nochevieja?
De aquellos barros, estos lodos.