OFRECEN toda clase de golosinas, caramelos y frutos secos a granel, así como pequeños juguetes, pero su producto estrella, el que más se demanda, siguen siendo las pipas. Y no unas pipas cualquiera. Son las de la emblemática bolsa amarilla de Pipas Calvo, toda una institución en Ávila, casi una religión para algunos. Pipas que saben a tradición y que, bajo la denominación de 'Las auténticas Pipas Hijos de Calvo', se siguen vendiendo en la tienda de la plaza del Ejército y también en otros puntos. Hoy es Almudena Rodríguez Calvo, la nieta del fundador de un negocio que va camino de centenario, la que lleva el establecimiento junto a su marido Antonio con la ayuda de su hijo Fernando que, aunque está estudiando, no descarta continuar con la tradición familiar ligada a las pipas. Quién sabe.
Con todo, Almudena recuerda que su abuelo, Luis Calvo, empezó haciendo caramelos. «Los fabricaba él solo en su casa de manera artesanal y luego iba por los pueblos vendiéndolos con su burro y sus alforjas. Luego empezó con lo de las pipas y la tienda primitiva era la de la calle San Millán», la que muchos en Ávila todavía recuerdan por estar ligada a un momento tan placentero como comer pipas, algo que no entiende de edad. «Las tostaba en horno de leña y se ponía en la calle y le echaba las pipas a la gente en el bolsillo», apunta con una sonrisa. «Luego se quedó mi tía Paula con ello y luego ya mi madre, Consuelo, decidió ponerse también y lo hizo en la calle Duque de Alba, donde al final estuvimos más de 50 años», hasta su traslado más reciente a la plaza del Ejército. En su día el negocio se abrió a más frutos secos, bombones y caramelos, aunque siempre manteniendo a la pipa como «lo esencial», como el gran buque insignia.
Hoy las Pipas Hijos de Calvo se siguen vendiendo en la bolsa amarilla tan característica, algo que sigue buscando la gente, aunque «hemos tenido muchas copias», reconoce. Y es que entre su clientela hay abulenses de varias generaciones pero también muchos visitantes que ya conocen el producto y paran expresamente para llevarse pipas. También reparten en la provincia y en otras limítrofes y hacen envíos a toda España, a tiendas y particulares. Incluso nos cuentan que las famosas pipas también han cruzado el charco en maletas de viaje.
Ya no pueden tostarse en el horno de antaño, pero lo hacen en unos «hornos especiales» y «con el mismo proveedor de toda la vida», que es de Cuenca. Ese es el gran secreto de un fruto seco que, además de sabroso, es saludable: «Esto no tiene nada, agua de sal y la pipa de girasol». Almudena añade que también trabajan mucho el cacahuete tostado y el resto de frutos secos, que «están muy ricos, y luego en la temporada también tenemos castañas pilongas y en las Navidades, productos como orejones, dátiles y las pasas».
Y cómo se mantiene un comercio local en estos tiempos, le preguntamos. «Nos quejamos porque para las golosinas y caramelos hay mucha competencia. Cuesta, pero aquí estamos y las pipas siguen llamando». Por algo son Calvo.