La academia de donde salen los perros de élite

E.Carretero
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La Unidad de Cría y Socialización Canina de Ávila entrega al año 80 canes a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad tras un proceso de socialización que les expone a todo tipo de estímulos para que sean capaces de trabajar en cualquier circunstancia

La academia de donde salen los perros de élite

En materia de seguridad, Ávila es conocida por albergar la Escuela Nacional de Policía, el centro donde se forman todos los policías nacionales de nuestro país. Pero ésta no es la única academia de formación policial de la capital abulense ya que aquí también 'van a clase' los perros  que luego forman parte de las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil, el CNI y la Policía Nacional. Lo hacen en la Unidad de Cría y Socialización Canina de Ávila, creada en 2011 y ubicada en el acuartelamiento de El Pradillo (donde también se encuentra el Centro Militar de Cría Caballar), y donde los cachorros de razas pastor belga malinois, pastor alemán y labrador retriever corretean sin saber que quizás en el futuro la vida o seguridad de alguien dependa de ellos. 

Y es que aunque estos canes no sean conscientes de lo que se espera de ellos, en esta unidad se trabaja con el objetivo de que estos cachorros se conviertan en perros de trabajo aptos para ser entregados a las distintas unidades de las Fuerzas Armadas y Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Será entonces cuando, según sus aptitudes, sean adiestrados en las diferentes especialidades caninas: seguridad y combate, búsqueda y rescate, detección de drogas y estupefacientes, rescate de personas, intervención y detección de explosivos. 

Tal y como explica el jefe del Centro Militar de Cría Caballar de Ávila, el teniente coronel Francisco Crespo Castrejón, «todo proceso de producción, cría y socialización de perros de trabajo comienza con la elección de sus progenitores». De hecho, esta unidad canina se inició con la compra de seis perras madres con pedigrí de líneas de trabajo distintas. Hoy las madres son 21, aunque en los próximos meses está prevista la adquisición de tres más para contar con 24. «En los últimos años estamos introduciendo perras nuestras, que han nacido aquí; tenemos cuatro como reproductoras de líneas genéticas propias», apunta el teniente coronel antes de precisar que este dato es importante teniendo en cuenta la «dificultad» actual para adquirir en el mercado perras madres de calidad, cuyo precio puede oscilar «entre los 4.000 y 5.000 euros». Aún así en esta unidad se apuesta por la combinación de perras propias y de compra, en este caso para «no caer en la consanguinidad». 

La academia de donde salen los perros de éliteLa academia de donde salen los perros de éliteLa Unidad de Cría Canina de Ávila entrega cada año 80 perros a los distintos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. El poder disponer de 24 perras madres no solo garantizará contar con entre 100 y 120 cachorros al año sino que también permitirá proporcionarles a ellas el tiempo necesario de descanso entre cada parto. «Basamos la reproducción en la madre porque es quien está con los cachorros, transmitiéndoles una impronta que es esencial; los machos aportan pinceladas», explica el teniente coronel Crespo. Con él coincide la soldado Alicia López, guía canina del centro, que afirma que «en la camada se ven muchos signos de la madre y por eso se tiene en cuenta su carácter a la hora de trabajar con los cachorros. Por ejemplo, si son hijos de Iris, que es más arisca, trabajamos mucho con ellos el vínculo con las personas». 

A la hora de seleccionar a las madres se observa, en primer lugar, su genealogía, comprobando ascendentes, si tienen pedigrí y que no haya displasias, por lo menos, en cinco generaciones, entre otras cuestiones. Aparte, prosigue el teniente Crespo, «se valoran mucho los instintos de presa, caza, búsqueda y defensa». En cuanto a los machos reproductores, «basándonos en los principios de eficiencia y eficacia, elegimos perros que prestan servicios en la Escuela Cinológica de la Defensa, en diferentes unidades del Ejército, en la Guardia Real, la Guardia Civil o la Policía Nacional, que sabemos que son excelentes en su trabajo y con cualidades que complementan las de nuestras perras».

Antes de que estos perros sean entregado a sus destinos, los mismos participan en un proceso de  socialización por el cual el cachorro es expuesto «a todo tipo de estímulos para que sea capaz de trabajar bajo cualquier circunstancia», indica el teniente coronel José Curt García, jefe de la Unidad de Cría y Socialización Canina. 

Y es que, asegura, «un perro de trabajo no puede tener miedo absolutamente a nada; no se trata de que no escuchen los ruidos, sino de que les dé igual. Es inimaginable que un perro de trabajo esté en una misión si se asusta, por ejemplo, al escuchar un disparo». 

etapas de la socialización. Por ese  motivo, durante la socialización se potencian los instintos de presa, caza y búsqueda del perro según el momento evolutivo en el que se encuentre. Este proceso de socialización se estructura en cinco etapas: neonatal, guardería, iniciación, transición y potenciación. 

En la fase neonatal destaca la estimulación temprana. Desde el momento en el que nacen, el vínculo entre el perro y las personas comienza a forjarse. En los caniles de parto no es extraño encontrar a la soldado Alicia López metida en uno de ellos, en este caso con una perra madre, Dita, y sus cachorros. «El perro conoce al ser humano, lo tiene en sus recuerdos primigenios, desde que aún no puede apenas ver ni oír; esto facilita que nos quiera desde el principio», afirma el teniente coronel Curt. 

Mientras, Alicia acaricia, habla a los cachorros e incluso permite que estos escuchen el latido de su corazón. Se interrelaciona tanto con la madre como con los hijos. Está pendiente de cada detalle, por ejemplo, de que todos mamen, que ninguno se quede atrás. Ella, junto a un compañero, es guía también a los cachorros en la segunda fase de socialización: guardería, que comienza a partir de la tercera semana de vida. «Esta etapa es la principal ventana de la socialización», señala el jefe de la unidad canina. «Aún no tienen muy desarrollado el instinto de miedo ante el peligro y se atreven a conocer todo tipo de escenarios que recreamos aquí, en el centro, porque a esta edad aún no están vacunados y no podemos sacarlos a la calle», aclara. En el período de guardería los cachorros se mueven con la camada, juegan con sus hermanos y comienzan a asociar el instinto de caza y presa a un trapo que se convierte en su juguete más valioso. «Aprenden por asociación, de ahí que tenga que gustarles su trapo o su rodillo como a un niño su pelota», puntualiza el teniente coronel José Curt. Así, el trabajo será para ellos como un juego y su juguete el colofón final del mismo. 

La tercera fase, la de iniciación, comienza tras el destete. A partir de los tres meses el cachorro se separa de la camada y trabaja de forma más individual, aunque sin dejar de lado el trabajo colectivo. Ahora sí, llega el momento de salir de su área de confort, del lugar en el que ha nacido y conocer el exterior. Los perros pasean por Ávila, se acostumbran a los ruidos propios de una ciudad y a distintos tipos de personas. Van a colegios, residencias, visitan escenarios con agua, escombros, etcétera. A los cuatro meses, aproximadamente, el cambio de dentición marcará su paso a la fase de transición. Debido a las molestias que entonces los perros sienten en la boca, apenas se trabaja la mordida y el trabajo se centra de nuevo en la exposición a estímulos. 

Después llegará la quinta fase, la de potenciación, conocida como la adolescencia canina, etapa recién estrenada por Zorita, una labradora blanca con medio año de vida que busca con ahínco su juguete en un ejercicio dirigido a que aprenda a batir zonas. «En potenciación los perros tienen ya seis meses y su carácter definido, tienen claro lo que les gusta. Afrontan búsquedas más complicadas y con mayores problemas por solventar», indica el teniente coronel Curt. Aunque en el Centro Militar de Cría Caballar no se les adiestra, sí se intenta potenciar las cualidades individuales de cada uno de ellos y se muestran a las unidades los perros que más puedan adecuarse a sus necesidades.

«La UME pide normalmente perros para rescate, que tienen que ser vitales, con pasión por el juego, resistencia y mucha energía, ya que se enfrentarán a escenarios muy duros, a búsquedas en edificios colapsados y grandes áreas. Deben tener buen ladrido porque ellos normalmente buscan a la persona y la marcan ladrando», sostiene.