Para quien se lo haya preguntado, el origen del Restaurante Sanjuaniego, uno de los clásicos donde los haya de la oferta abulense, no tiene nada que ver ni con San Juan de la Cruz ni con Fontiveros. Su nombre se debe a la urbanización de chalets que se sitúa a sus espaldas, contruida en el terreno conocido como Prado Sanjuaniego (que quizás sí tuviera algo que ver con el místico). A los dueños originales del restaurante les gustó el nombre y, más tres décadas después, sigue siendo uno de los referentes de la gastronomía abulense.
En estos más de 30 años, Restaurante Sanjuaniego cambió de dueños. En el 2009 fue adquirido por la actual propiedad, que tiene en Francisco Maroto, su socio administrador, a una de sus caras visibles. Sin embargo, a pesar del intercambio de propietarios, no ha perdido la esencia de sus orígenes. «Intentamos llevarlo como lo llevaban antes, porque funcionaba muy bien y los clientes estaban contentos, intentamos que no se notara nada el cambio», comentó Maroto. Esa decisión les vino de lujo, ya que, en algunos casos, mantienen una clientela fiel de su apertura, aunque, por lo general, sus clientes responden a un perfil muy variado: obreros, comerciales, policías, familias. Lo justo para que siempre haya gente consumiendo.
Porque el Sanjuaniego solo cierra dos días al año y ambos están ya próximos: el 25 de diciembre (Navidad) y el 1 de enero (Año Nuevo), por lo que sus 14 empleados van rotando sus libranzas cada semana. «Nosotros estamos hechos a la antigua usanza, a aquellos restaurantes y bares familiares que abrían todo el día y todos los días», apuntó Francisco. Así que sus parroquianos saben que siempre tienen un lugar donde acudir a comer o a celebrar algún evento. El Restaurante Sanjuaniego cuenta con dos salones: uno amplio para 70 comensales y otro más pequeño, con aforo para 40 personas, para celebraciones más íntimas o privadas.
Su cocina está basada en la comida castellana tradicional y casera (callos, morro, tortilla de patata, torreznos) entre los que un plato sobresale por encima del resto: las mollejas de ternera guisadas. También las carnes de Ávila (chuletones, entrecots) tienen mucha demanda entre su amplia carta (que incluye raciones y platos combinados). Y, por supuesto, también existe la opción del menú del día, consistente en siete primeros y siete segundos (cada día cambian un primer y un segundo plato), con especial importancia a los martes de los meses de invierno, que ofrecen cocido completo. «No es cocido sanjuaniego, pero está muy bueno», afirmó entre risas Francisco Maroto.
El Restaurante Sanjuaniego es una opción para comer 363 días al año. O para desayunar o tomar una cerveza en buena compañía. Nunca falla.