Hay ocasiones en las que la vida te cambia de la noche a la mañana. O si no, que se lo pregunten a Ramona Brad y a su hijo Luis Andres Popa que, desde hace justo un mes, regentan, junto a su empleada Alexandra, el Bar Piscis, un clásico del barrio de San Antonio. En estos apenas 30 días aún tratan de adaptarse a la realidad de su nuevo negocio, que les era bastante ajeno con respecto a su anterior vida. Porque Ramona trabajaba como empleada de hogar y Luis como repartidor de comida rápida, aunque tenía cierta experiencia como camarero. A pesar de ese escaso bagaje en el mundo de la hostelería, decidieron embarcarse en esta nueva aventura en un bar conocido para ellos. «Yo era cliente de este bar y un día vi que lo habían cerrado. Más adelante, mi hijo vio que habían puesto un cartel que se traspasaba el negocio, hablamos con el anterior dueño, nos gustó lo que nos dijo y nos decidimos a intentarlo», comentó Ramona. Y así fue como surgió el proceso para iniciar su nueva vida.
Este primer mes ha sido de adaptación y de aprendizaje. Un periodo donde han recibido mucho apoyo y colaboración de sus clientes. «Nos están ayudando mucho. Nos dan sus recomendaciones y aceptamos sus críticas para crecer y aprender juntos», afirma Luis. Además, la apertura de su nuevo negocio se ha producido en una época estratégica como es el inicio del verano y coincidió con las fiestas del barrio, algo que les ha permitido tener un gran comienzo de andadura y darse a conocer. De hecho, durante esos días tuvieron tanta aglomeración de clientes que se quedaron sin algo que no puede faltar en ningún bar: cerveza. Un error de cálculo que lograron subsanar gracias a la ayuda de los proveedores. «Cuando nos quedamos sin cerveza, que fue la noche del sábado y el domingo, nos abrieron la fábrica para surtirnos de ella. Estamos teniendo mucho apoyo también por parte de los proveedores», confesó Ramona. Un fallo de principiantes con el que seguro que aprenden y mejoran para el futuro.
Y, a parte de la cerveza, otro elemento que no puede faltar en un bar son las tapas. El bar Piscis siempre se caracterizó por una cocina tradicional y, con los nuevos propietarios, sigue por la misma senda. El aperitivo más demandado por los clientes es la oreja a la plancha, seguido de otros clásicos como la tortilla de patata, el secreto, el lomo, el picadillo o la ensaladilla. Como novedad, Ramona ha introducido algún guiso (judías, rabo de cerdo) y una tapa de la casa (tosta con pisto, jamón y huevo duro picados) que están teniendo muy buena acogida. Igual que los bizcochos y tostadas para los desayunos o las raciones. El secreto de su éxito se explica fácil: todos los pinchos son caseros, elaborados gracias a la buena mano de Ramona. Con todo y a pesar de alguna pequeña dificultad, el balance general de este mes es muy positivo. «Gracias a Dios, hasta ahora no hemos tenido días malos. Hemos tenido días más flojos y otros de más aprietos, pero ninguno malo», afirman. Ojalá que sigan así durante mucho tiempo.