La música alegre y llena de resonancias sentimentales de la tuna sonó este viernes grande y nostálgica en el Auditorio Municipal de San Francisco, interpretada por un grupo de amigos que «fuimos tunos en nuestra juventud, y que hemos seguido siéndolo siempre desde entonces», una veintena de abulenses veteranos pero de diferentes edades que por definirse por defender ese espíritu musical permanente han decidido llamarse Siempre tunos.
Ya actuaron estos 'tunos eternos' en ese mismo escenario en octubre de 2019, y el 29 de diciembre de 2023 volvieron a él, «más rodados y con más experiencia», para ofrecer al público abulense un recital de más de noventa minutos de duración «pero que por el repertorio que tenemos podría ser mucho más largo, porque tenemos cuerda para largo».
Guitarras, bandurrias, acordeón, pandereta, castañuelas, maracas, claves y triángulos, con la percusión no siempre al completo sobre las tablas sino en función de las canciones elegidas, conformaron el conjunto de instrumentos a través de los cuales los jóvenes veteranos de Siempre tunos regalaron al público un conjunto de temas muy variado y generoso en cantidad.
En la veintena de canciones que interpretaron cupieron, en buena lógica, clásicos imprescindibles de la tuna como Clavelitos o Las cintas de mi capa, pero también hubo sitio, por eso de cultivar la variedad sin salirse de la coherencia del espíritu tuno, para otros temas como la habanera La bella Lola y para otros «cargados de la nostalgia que podemos sentir estos veteranos cuando recordamos las canciones que interpretábamos cuando salíamos de ronda, canciones que son más bien lentas pero que para no perder el hilo de lo que es la tuna tienen unas letras siempre relacionadas con los sentimientos».
«Practicamente todos los integrantes de Siempre tunos», explicó Máximo Herranz, uno de sus miembros, «empezamos en la tuna del instituto Isabel de Castilla, aunque en diferentes épocas y por eso algunos no coincidimos en el centro, y luego unos fueron a estudiar a Salamanca, otros a Madrid o a otro sitios, pero la mayoría de ellos se incorporaron allí a las tunas de sus lugares de estudio».
Tras un tiempo sin reunirse, hace una década «empezamos a juntarnos alguna vez en reuniones a las que nos llevábamos los instrumentos que habíamos utilizado en la tuna y en las cuales intentábamos recuperar las canciones de las que nos acordábamos», y fruto de ese reencuentro fue la decisión de «comenzar a ensayar una vez por semana para disfrutar haciendo nuestra música», y así, casi de manera natural, llegó la idea de formar un grupo.
Hace siete años, cuando consideraron que ya sonaban bien y estaban acoplados, comenzaron a actuar como agrupación, y desde entonces no han dejado de realizar actuaciones por diferentes sitios, siendo las localidades de Arenas de San Pedro (donde cada año llenan el aforo del castillo) y Navaluenga donde son más asiduos.
Ayer demostraron en Ávila que «la veteranía es un grado, porque todos somos muy graduados», aunque también les viene bien, y lo agradecen, «contar con algunos refuerzos jóvenes, que son los hijos de los que estamos en el grupo».