Sin sobresaltos, sin alarmas, sin que haya que preocuparse más de la cuenta… pero sí, en Ávila, capital y provincia, también hay delincuencia. Negar esta máxima, como en ocasiones nos tratan de hacer creer, es negar una evidencia. Y no lo digo al hilo del esclarecimiento del suceso de Sotillo de hace unos meses. Hay que reconocer que ninguno de los grandes casos parecen quedar sin resolver.
No hace falta acudir a las estadísticas que el Ministerio de Interior o el de Justicia publican periódicamente para darse cuenta de la realidad. Que sí, que Ávila es una ciudad pequeña, que los pueblos no son muy grandes, y que así, todo puede estar más controlado. Y no quita para que sigamos manteniendo esa sensación de seguridad que el tamaño tan proporcionado permite.
Pero la prueba más evidente de que esto es una realidad es que el jefe de la Policía Local, Carlos Blanco, en su nueva etapa al mando en el cuerpo desde hace apenas un cuatrimestre, se ha propuesto crear una Unidad de Atención Ciudadana que estará volcada en garantizar la seguridad entre los jóvenes. Así lo expuso durante su primera intervención en la Comisión de Presidencia, Interior, Movilidad Urbana, Seguridad y Emergencias. Esta unidad actuará cerca de centros educativos, institutos de enseñanza secundaria u otros lugares que concentran a jóvenes para tener un mayor control sobre la venta de alcohol, el menudeo y el tráfico de drogas o el porte de navajas (prueba de que hay), incluso el absentismo escolar. Un planteamiento que responde a una necesidad que viene demandando la sociedad abulense desde hace un tiempo, y que lleva un tiempo preocupada por algunos episodios que alteran esa paz y tranquilidad habitual.
No sólo somos blanco de los delincuentes que que residen en Ávila, sino que por formar parte de esta aldea global cualquiera es posible centro de atención de los delincuentes que operan desde lugares remotos, porque la ciberdelincuencia acapara ya una buena parte del tejido delictivo. Y sí, nos preocupa y cada vez vivimos más mentalizados de ello, pero lo que más nos preocupa son las peleas, el movimiento de drogas y alcohol incontrolado, o que, en ámbitos supuestamente seguros, una injustificada arma blanca en el bolsillo de alguno pueda acabar liándola.
Un trabajo coordinado, y más en un ámbito como este, una ciudad y unos municipios pequeños, puede dar buenos resultados, y sobre todo, fomentar esa sensación de seguridad que una provincia como Ávila no puede acabar perdiendo, porque es uno de sus grandes atractivos.