Próximo objetivo: Cercar a la ONU

Javier Otazu (EFE)
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La estrategia de Trump pasa por reducir el papel de Naciones Unidas a la hora de negociar una salida a los conflictos de Ucrania y Gaza, con la pretensión de marginarla diplomáticamente

Próximo objetivo: Cercar a la ONU

La relación entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la Organización de las Naciones Unidas desde que el magnate regresó a la Casa Blanca ha estado marcada por la tirantez, hasta el punto de que la nueva Administración ha prescindido de la ONU para negociar una salida a los dos grandes conflictos actuales: la guerra de Gaza y la de Ucrania. Esta marginación diplomática se suma a los enormes recortes aplicados por el republicano a la institución, como congelar la financiación de la ayuda exterior, lo que amenaza con condenar al organismo a la irrelevancia política y reducirlo a un papel meramente humanitario.

El dirigente norteamericano ya lo advirtió el pasado mes de febrero sin esconder su disgusto: «Muchas de estas contiendas en las que trabajamos deberían resolverse, o deberíamos tener ayuda para solucionarlas, y nunca vemos ese apoyo. Esa debería ser la misión principal de Naciones Unidas».

No obstante, los expertos alertan que esta tesitura no es nueva. «En general, los republicanos tienen antipatía por la ONU», comenta Richard Gowan, del centro de estudios Crisis Group, y en el caso de Trump se suma que él «prefiere manejar los asuntos globales mediante sus relaciones con los grandes poderes, como son Vladimir Putin en Rusia».

Esta complicada narrativa se evidencia con el hecho de que el secretario general de la ONU, António Guterres, no habla con el mandatario de Estados Unidos desde su investidura, ni siquiera desde su triunfo en las elecciones presidenciales en el país, es decir, hace casi cinco meses.

Recuerda al caso del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que se niega a responder las llamadas del líder del organismo desde hace un año y medio, aunque este ha ido mucho más lejos en su enfrentamiento con Naciones Unidas, con la Corte Penal Internacional llegando a ordenar el arresto del premier hebreo por presuntos crímenes de guerra contra Gaza.

No obstante, no se trata solo de una cuestión de gestos. Nada más asumir el poder, Trump anunció que sacaba a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y se retiraba también de los acuerdos climáticos de París. A los pocos días, declaró que reducía a su mínima expresión su aportación a la cooperación internacional y ayuda humanitaria por medio de la USAID (Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional), un duro golpe dado que la financiación de Washington supuso durante 2024 un 47 por ciento del total.

En las dos guerras que están poniendo en crisis la diplomacia mundial y las alianzas internacionales, la Casa Blanca ha decidido erigirse como único mediador entre las partes, aunque en ambos casos lo ha hecho sin conseguir sentarlas -Rusia y Ucrania, por un lado, e Israel y Hamás, por otro- en la misma mesa.

En este contexto, la ONU no ha tenido ni voz ni voto en las negociaciones de Riad y de Catar, una muestra más de que Trump cree que él solo puede solucionar problemas enquistados en el mundo, algo que está demostrando ser mucho más difícil de lo que prometía.

Selección estudiada

Gowan señala que la postura del republicano no es tan novedosa, sino que ahonda en una vieja desconfianza de Washington hacia una organización donde ven que «los Estados europeos tienen demasiada influencia en el sistema de Naciones Unidas, pero en el caso del magnate se añade su idea de que muchos pequeños países «obstaculizan el camino del verdadero negocio de la diplomacia de los grandes poderes».

Para el analista, esto no significa que el inquilino de la Casa Blanca vaya a prescindir de la institución por completo, sino que lo hará de manera muy selectiva, «yendo caso por caso y sin comprometerse con ella por su propio interés», sin importarle saltarse los principios de la carta fundacional de la ONU cuando, por ejemplo, habla de anexionarse Groenlandia.

Hay ciertamente un peligro de contagio de esta actitud de la nueva Administración. «Muchas naciones pueden llegar a la conclusión de que si a EEUU no le importa la ONU, la organización deja de ser creíble en los procesos de paz», y su papel diplomático puede quedar reducido al de mero «escenario» en que una Asamblea General sirva a los pequeños y medianos estados como caja de resonancia de sus posturas.

«Creo que Naciones Unidas puede derivar hacia un club de tertulia para un número menguante de estados liberales que Washington, Moscú y Pekín utilizarán para lograr acuerdos cuando así les convenga», sostiene Gowan.