Desde que a finales del pasado siglo comenzase a hablarse con mucho optimismo de «la incorporación del Palacio de los Águila al Museo del Prado», un proyecto de innegable trascendencia que convertiría a la capital abulense en la «única» subsede de la principal pinacoteca del mundo, con todos los beneficios culturales, económicos y de prestigio que eso significaría para Ávila –incluso la entonces ministra de Cultura, Esperanza Aguirre, anunció el inminente disfrute de la muy cercana primera exposición fruto de ese acuerdo–, la iniciativa no ha hecho más que conocer demoras, olvidos e ignorancias, siempre hirientes para la sociedad abulense y además nunca bien explicadas, que han llevado a que 25 años después de aquellos comienzos, que no es poco tiempo, estemos no mucho más avanzados que entonces... aunque eso sí, cargados de escepticismo y con un sentimiento de abandono añadido a otros muchos que sufrimos por parte de las administraciones.
Cierto es, y quienes de eso saben lo dejaron claro desde el principio intentando poner su voz a la misma altura que la de los 'propagandistas' de tan ilusionante proyecto, que el Museo del Prado es una institución muy cerrada y autónoma en su toma de decisiones, que se mueve poco y con lentitud, y que ese magnífico 'regalo' que los políticos anunciaban para Ávila había que tomárselo con relatividad, pero a los abulenses los cantos de sirena que nos vendieron fueron los acríticos de una clase política que quería creer (o hacernos creer) que se podía ir más deprisa de lo que sabían que podía irse.
Y no es este retraso crónico y quizás con algo de insultante, por eso de haber levantado tantísimas expectativas sobre algo que aún no tiene concreción ninguna con lo que eso tiene de siembra constante de decepción para los abulenses, culpa de un partido político u otro, porque PP y PSOE, PSOE y PP, se han sucedido en el Gobierno de la nación, y ni uno ni otro han sabido, podido o querido llevar a la realidad sus entusiastas promesas.
En febrero del año 2000 el Gobierno de la nación autorizaba el convenio de rehabilitación del Palacio de los Águila para que pudiese acoger esa pregonada subsede, justo un año después de que se anunciase –como retraso largo pero asumible– que esa sección del Prado en Ávila no podría ser una realidad hasta 2001. Han pasado 25 años y seguimos igual, peor en lo que podría definirse como anímicamente, ahora con la reciente noticia, que parece una repetición de muchas anteriores, de que otra prórroga a Los Águila aleja la posibilidad de abrir este año. ¿Algún día será realidad este proyecto ya viejo? ¿Y lo será con la altura de miras con la que nació, o al menos con fuerza parecida?