Cuando Elena Delgado García (27 de octubre de 1979) se planteó enseñar música pensó que le «gustaría enseñar la música de una manera diferente a la que yo la había recibido. Siempre ha sido todo muy teórico y a mí siempre me gusta la música práctica. Me gustaba intentar hacer llegar a mis alumnos lo bonito que es tocar en grupo, aprender música para disfrutar de la música». Y esta profesora de música en el Isabel de Castilla ha tenido la posibilidad de poner en práctica su deseo como directora del coro del instituto y también gracias a la empresa Musicamos, que dirige.
Aunque es de Valladolid, Elena llegó con seis años a Ávila donde se instaló su familia y donde descubrió una «una ciudad amable para comenzar a vivir desde pequeñita, incluso en algunos aspectos mucho mejor que Valladolid» por «la tranquilidad que tenemos en Ávila, el poder salir con las bicicletas a la calle». Curiosamente terminaría estudiando en el Isabel de Castilla (donde ahora ejerce como profesora) tras el paso por Salamanca para estudiar su carrera a musicología, historia y ciencias de la Música. También acudió al conservatorio y es profesora de piano.
Cuando terminó la carrera empezó el doctorado, también sobre un abulense, Sebastián de Vivanco, pero descubrió que su camino no era la investigación sino enseñar música de esa manera diferente, práctica y en grupo «para poder disfrutar».
Así que sus pasos se encaminaron a la enseñanza y empezó a dar clases en Secundaria, aunque ya antes había dado clases particulares, más enfocadas al piano y al lenguaje musical. Pero decidió hacer el máster en Educación Secundaria (entonces con otro nombre) y terminó como profesora en el Isabel de Castilla, donde es interina. Aquí llegó el momento que marcó su camino, las prácticas con la profesora Inmaculada Landa, que fue la fundadora del coro. «Me enamoré de la manera que ella daba clases y me dije que quería ser como ella», asegura.
Ahora da clase desde segundo de la ESO hasta primero de Bachillerato pero también es directora del coro, donde comenzó como pianista acompañante pero, tras la muerte de su mentora, pasó a dirigirlo y ahí se mantiene como un homenaje a ella. «Como amiga, profesora y mentora mía me pareció un homenaje muy bonito que un proyecto que costó mucho sacar adelante y que se había consolidado continuar con él», asegura.
«El coro surgió al final porque teníamos una asignatura propia, en cuarto de la ESO, que era coro, pero desde tercero de la ESO trabajábamos ya con el taller de música, trabajábamos con ellos la voz», explica. Pero ahí está el coro, donde se quedaba por la tarde para juntar a todos los niveles y, al final, se convirtió en una extraescolar. «Igual que tenemos el teatro, que es muy potente en el centro, empezó a surgir también el coro» y actualmente cuentan con unos 30 participantes solo en la parte del coro porque también tienen «muchos alumnos que trabajan la voz porque además este año hemos empezado con el proyecto desde el segundo de la ESO». Y aunque son una treintena de participantes, también reconoce que «al final del curso crece un poquito porque vienen antiguos alumnos», especialmente para la actuación final, en la graduación.
Para ser parte del coro, lo primero es que «les guste cantar en grupo. Entonces siempre comenzamos en cursos más pequeñitos con cosas sencillas. Cantamos a una voz para que descubran su voz, que descubran su cuerpo, el movimiento. Y luego ya empezamos a cantar cosas a dos voces. Y de ahí ya pasamos al coro grande que ahora mismo tenemos las cuatro cuerdas del coro, sopranos, altos, tenores y bajos. Hasta llegar ahí a lo mejor tardan un par de años en prepararse».
Todas las clases «tienen una parte de técnica, de calentamiento, y luego ya montamos repertorio», explica. Un repertorio que depende de la época del año. En la primera parte del curso se enfocan más a cosas navideñas pero «como centro es un centro muy multicultural, intentamos no ceñirnos solamente al repertorio católico. Es decir, mezclamos un poquito de muchas tradiciones, también en Navidad, para que todos los alumnos se sientan cómodos». Luego, en el segundo y tercer trimestre se encaminan más a los concursos que se van a presentar y a la graduación de final de curso. Trabajan además con todo tipo de música «desde música africana, música actual y pop actual» (buena, matiza) y también música del mundo «que les gusta mucho», con diferentes idiomas. Intentan introducir «algo más clásico, pero no les gusta» a pesar de lo cual intentan llevar cosas que no han escuchado «para ampliar la variedad».
En el coro hay chicos de distintos cursos que vienen atraídos principalmente porque «les gusta cantar» pero también «el ambiente que se crea, ayudarse unos a otros. Al final ellos dicen que son una familia y es lo que intentamos. Que si hay niños que tienen algún problema, ahí estamos todos para intentar ayudarles». Además se crea buen ambiente «con las familias, que siempre nos ayudan a organizar viajes, que están dispuestos a perder fines de semana para ver si tenemos alguna actuación».
Entre las cosas de las que se siente orgullosa es que este año han dado un salto en cuanto a la participación de chicos, aunque aún son más las chicas. «Hasta ahora teníamos sobre todo chicas. Los chicos eran un poco minoritarios. A lo mejor teníamos tres o cuatro, pero este año hemos dado un salto, estamos muy contentos porque tenemos ya diez chicos en el coro». El motivo por el que ellos son más reticentes cree que tiene que ver en que se encuentran en el momento del cambio de voz. «Y ellos no se sienten muy a gusto a veces con la voz», dice, por lo que intentan acompañarles y hacerles entender que por lo que están pasando es «normal» y que se les puede situar donde más cómodos estén. «Eso es bonito también, ese cambio vocal», asegura.
Una parte de la puesta en escena del coro es la participación en concursos donde, por ejemplo, fueron segundos en el Certamen Nacional de Nanas y Villancicos Villa de Rojales y durante dos años han ganado el Concurso de Villancicos de Ávila. Participar en estos concursos, explica, «es intenso pero a la vez a ellos les hace retarse, tener una motivación nueva y también conocer lo que se hace en otras ciudades». También les ayuda a ver puntos donde pueden mejorar, aunque al final «es un trabajazo, porque vamos siempre a contrarreloj». Además es complicado logísticamente, por ejemplo cuando tienen exámenes para programar los ensayos y porque los certámenes tienen sus tiempos propios.
El reto del coro también sirve para descubrir si ese interés que contaba al principio de este reportaje lo pudo llevar a la práctica, ese interés en enseñar música de manera distinta. Y ella misma responde que cree que lo ha conseguido. «Todavía se puede hacer más porque siempre estamos un poco limitados por lo que es el temario, la burocracia que tenemos» pero sigue confiando en la parte práctica y de disfrutar.
Y para eso también se marca retos de futuro, en especial seguir creciendo el número de participantes en el coro, en especial el de los chicos, y también poder salir a algún certamen internacional para lo que ya están pensando en Alemania, Francia o Italia.