«La comedia debe tener una conexión directa con la realidad"

D. Casillas
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Un crimen que hay que resolver entre un grupo de conocidos con no poco que esconder es el eje sobre el que gira la divertidísima comedia Remátame otra vez, una propuesta para pasar una estupenda tarde de domingo en el Teatro Santo Tomás

«La comedia debe tener una conexión directa con la realidad" - Foto: Enrique Cidoncha

Remátame otra vez, una de las comedias más exitosas de la temporada pasada, sube este domingo a las tablas del Teatro Santo Tomás para traer a Ávila hora y media de risas continuas de la mano de una divertida trama de equívocos y enredos, todo ello con el atractivo que siempre supone contar en cualquier escenario con un cadáver por medio. Ocurre que en una cena en la que participan cinco personas (un famoso con mucho que esconder, su ex mujer, una diva que fue su amante, el mayordomo que siempre le ayudó en todo y un empresario corrupto) se produce un apagón, y cuando vuelve la electricidad se descubre que alguien ha sido asesinado, situación en la que todos sospechan de todos, porque todos tienen motivos para ser asesinos, igual que cualquiera de ellos podría haber sido la víctima.

Ángel Ruiz, actor que cuenta entre sus muchos méritos con el Premio de la Unión de Actores al Mejor protagonista de teatro o el Premio MAX al Mejor actor protagonista, es el fiel mayordomo en la obra, compartiendo protagonismo con otros cuatro actores muy reconocidos: Jesús Cabrero, Belinda Washington, Juanjo Cucalán y Roser Pujol.

No sé si fiarme mucho de usted, que los mayordomos son los principales sospechosos en estos casos de crímenes.

(Risas) En este caso puedes fiarte de mí, porque en esta obra el mayordomo es muy inocente… aunque nunca se sabe, porque en esta función cualquiera puede ser el asesino.

Pero si por tópico todas las miradas se dirigen al mayordomo, seguro que para no hacerlo fácil gozará de un punto más de confianza de lo habitual.

Así es. La función juega con los grandes tópicos de las novelas y películas en las que hay un mayordomo por medio y siempre es el asesino, para reírnos hasta de nuestra sombra.

Con esas mimbres, seguro que equívocos y  enredos serán muchos.

Exacto, porque una obra de esta temática tiene que jugar para que nada sea lo que parezca, para que haya giros constantes, como homenaje al género de obras de suspense.

Todo tendrá que estar muy bien armado para que la trama ni decaiga ni pierda intensidad.

Eso es fundamental, y por eso la comedia se toma con mucho rigor todo lo que va desarrollando. Se nota que tanto Alberto Papa-Fragomén como Rodrigo Sopeña –autores, y el primero además director– conocen muy bien este tipo de novelas. Con ese bagaje han hecho una función en la que saben respetar esa exigencia, y además de hacer reír mucho consiguen que todo lo que ocurre esté muy bien contado desde el punto de vista policíaco.

Es curioso cómo una trama que podía ser una tragedia es transmutada en comedia.

Eso se consigue porque aunque podría haber drama, y de hecho hay crimen, todas las situaciones y todos los personajes son muy absurdo y eso hace que el desarrollo sea muy hilarante. Es un poco como lo que ocurre en Un cadáver a los postres, una de esas películas maravillosas donde aparecen esos elencos estupendos y donde hay un muerto y tienen que adivinar quién es el asesino.

O sea, que lo importante no es que sea creíble, sino que la gente pase un buen rato.

Por supuesto, la función lo único que persigue es la risa, y puedo garantizar que la hay sin descanso. Tanto Alberto como Rodrigo conocen muy bien el humor porque llevan toda la vida haciéndolo, y con ese saber han creado una función que es como un mecanismo de relojería en el que cada situación deriva en chistes que hacen las delicias del espectador. Ellos dicen que es una obra de misterio del tipo de Agatha Christie pero como si la hubiese escrito Groucho Marx.

¿Se funde lo anglosajón con los español en esta obra?

Algo así ocurre, y de hecho esta obra me recuerda mucho a autores nuestros como Miguel Mihura, que en un relato policial metía todo su maravilloso universo del absurdo, o Jardiel Poncela. Parece que en España estamos siempre haciendo alusión a las comedias angloparlantes, que las hay estupendas, pero no podemos olvidar que aquí hemos tenido un absurdo maravilloso.

Hablaba antes de elenco, y hay que reconocer que en Remátame otra vez suman sobre las tablas un quinteto muy destacado.

Gracias. Creo que sí que hay en la obra un buen elenco de actores, y eso es importante para su éxito porque estoy convencido de que la comedia, aunque pueda parecer lo contrario, hay que hacerla con mucho rigor, porque para hacer reír hay que tomarse el trabajo muy en serio. Es decir, que no por el hecho de que estemos haciendo una comedia hay que caer en el error de hacer las cosas por encima, hay que hacerlas de forma convincente, y cuanto más convincentes seamos más graciosa va a ser la situación.

¿Hacer comedia es más difícil que hacer drama?

Quizás, porque en la comedia, especialmente en una como la nuestra, todo es absurdo pero al mismo tiempo lo que ocurre es verdad, y para eso es preciso saber defender a muerte sobre el escenario la cosa más absurda, y a veces no es fácil.

Viendo la trama y sus absurdos, se intuye una conexión muy evidente con la realidad, hay corrupción, hay egos, hay crimen…

La comedia siempre tiene que tener una conexión directa con la realidad de la que nació, aunque la llevemos al absurdo, porque si no es difícil conectar con el público. La comedia es presente y es cotidiana, y por tanto tiene que tener todos esos ingredientes de proximidad para que despierte la hilaridad de la mayoría. Y en el caso de Remátame otra vez, los autores han conseguido hacer una trama divertidísima llena de alusiones al presente, con una gracia y con una elegancia que solo ellos pueden hacer. 

¿En ese humor cabe la crítica social, o ese camino no se anda?

Todos los personajes que aparecen, por ejemplo un corrupto de arriba abajo o el que miente constantemente, son muy reconocibles en la sociedad, no tienen nombre y apellidos que sirvan para buscar una analogía con nuestro presente, pero sabemos que existen.

¿Su mayordomo es quizás el que más se sale de un previsible guión?

Creo que sí, es un personaje muy de ficción que en vez de ser el típico pícaro es alguien muy inocente al que le caen todos los palos. Es, digámoslo así, el más payaso, el más torpe, un personaje con el que se identifican todos, especialmente los niños.

¿Qué tal entienden los niños esta función?

Pues creemos que bien, es una función para todas las edades, los niños mejor que sean mayores de ocho años para que entiendan todo lo que contamos; de hecho los niños que han venido a ver esta función empatizan enseguida con el personaje del mayordomo porque en el fondo es un niño, es como el Chavo del 8, o como los payasos de la tele. En el fondo, dentro del mayordomo hay un niño que no entiende las cosas que ocurren; todos mienten menos él, que coge el sentido más básico de los hechos, y por eso los niños empatizan con él y se lo pasan bomba.

En resumen, que esta obra es garantía de un buen rato de diversión y desconexión.

Sin duda. Quien vaya a vernos va a pasar un rato de muchas risas y se va a olvidar durante un rato de la realidad cotidiana, que no es poco. No es una función que te vaya a hacer pensar, porque ni es su intención ni creo que es el objetivo de una obra de este tipo, pero sirve muy bien para evadirse de los problemas diarios y para pasárselo bomba un buen rato.