Acabe como acabe, termine como termine, tiene mucho mérito lo que está haciendo el Real Ávila esta temporada. No sólo es su condición de líder del Grupo VIII o los números –16 victorias, 3 empates, 1 derrota, 30 goles a favor y 5 en contra– con los que está construyendo un más que 'posible' ascenso que anhela y persigue desde hace dos décadas, es la sensación de solidez que acompaña al equipo de Miguel de la Fuente, que ha construido aquello que prometió para el objetivo que le encomendaron, el ascenso. Hasta ahora ha cumplido donde muchos lo intentaron y no pudieron. Cumplió de nuevo este domingo con un triunfo agónico –en el 93'– ante un Bembibre de buen pie pero de poco colmillo. Por eso están donde están, por eso se lamenta Isma Álvarez, cansado de los elogios al perder por el buen fútbol que despliega. Pero los elogios no dan puntos. Porque el fútbol es eso, puntos, resultados, objetivos. Al menos cuando se marcan objetivos tan ambiciosos como el ascenso directo como campeones. De conseguirlo nadie se acordará si al equipo le sonrió la suerte cuando le faltó fútbol o arrancó en el descuento los puntos que otros se dejaron por el camino.
Lo tiene muy cerca el Real Ávila. No es sólo lo que está sumando el equipo, sino que nadie es capaz de seguir su ritmo.Siete victorias consecutivas en los últimos siete partidos, 21 puntos de 21 posibles. Nadie es capaz de igualar sus números. Porque en estas últimas 7 jornadas la Leonesa B (2º) ha sumado 15 puntos, el Tordesillas (3º) y el Salamanca UDS(4º)han logrado 14, en 11 puntos se ha quedado el Cristo Atlético (5º) o en 10 puntos el Palencia (6º). Así pues no es sólo lo que suman los encarnados, que algún día dejarán de sumar, es la evidencia de que en estos momentos nadie por detrás es capaz de plantearse, siquiera, la posibilidad de intentar echarles mano. Lo tiene muy cerca el Real Ávila, pero al mismo tiempo aún está muy lejos.
En esa cercanía de todo, las emociones afloran en el Adolfo Suárez. Celebró como nunca Miguel de la Fuente el tanto de Álex Moreno. Corrió la banda, se abrazó a los suyos, arengó al público y obvió la amarilla con la que el colegiado le recordó que había salido de su área técnica. Bendita amarilla.De la euforia, al bajón. Se vino abajo el técnico encarnado en rueda de prensa. «No es fácil entrenar al Real Ávila» confesó. «Es una exigencia todos los días. Todo el mundo habla de ascenso y sé lo que falta por jugarse, los rivales que quedan, lo que van a apretar... No es fácil. Ahora mismo tenemos tal ilusión que no ascender sería un drama para todos... No es fácil entrenar al Real Ávila, nada fácil». En un momento de euforia, toque de atención.