Los venezolanos de Ávila viven con pesar la situación del país

S.J.
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Muchos aún tienen la esperanza de volver, pero los últimos acontecimientos hacen que se desvanezcan los anhelos de un cambio de régimen en Venezuela

Los venezolanos de Ávila viven con pesar la situación del país

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) relativos al año 2022, en la provincia de Ávila habitan 372 personas con origen en Venezuela. Muchos de ellos llegaron a España para escapar de la dramática situación política que se vive en su país. Por eso, viven con angustia e incertidumbre los últimos acontecimientos que se están desarrollando en su nación. Por poner algo de contexto, ayer se celebró la toma de posesión del presidente Maduro (muchos países no reconocen su victoria). Sin embargo, el líder de la oposición, Edmundo González, intentó viajar hasta Venezuela para la investudira como presidente electo salido de las urnas en julio. Todo esto ha provocado una enorme tensión en el estado sudamericano, con múltiples protestas que acabaron con la opositora al régimen, María Corina Machado, retenida durante unos minutos por presuntos agentes chavistas el pasado jueves.

Alejandra

La comunidad venezolana en Ávila lo presenció todo desde la distancia con mucho pesar, deseando un cambio de Gobierno en el país que les vio nacer. Alejandra reside en Ávila junto a su familia desde diciembre de 2018. Viajó hasta España desde Panamá para escapar de un régimen que llegó a secuestrar a su sobrino. Desde su negocio de repostería Bizcochito tienda («Un pedacito de nuestra tierra aquí donde compartir alegrías y llantos», como lo definió), vive con tensión los últimos acontecimientos. «Unos tienen la esperanza de volver, otro no. En mi caso, mientras no exista un cambio de Gobierno en Venezuela, no hay opción de volver», afirmó tajante Alejandra. Extraña a los familiares y parientes que dejó allí, a quienes no cree que pueda volver a abrazar nunca. «Por una pantalla no hay roce, que es lo que cuenta», comentó. Desde que abandonó Venezuela, apenas ha regresado allí, salvo para esparcir las cenizas de su madre, a quien no pudo acompañar en sus últimos momentos. Cuando volvió se encontró un país totalmente distinto al que dejó atrás. «No está el país que dejé hace 10 años, está muy deteriorado. Lo que se ve en la pantalla son pequeñas burbujas en cada ciudad, pero la realidad es de una devastación peor que la de una guerra», aclaró Alejandra.

Fernando

En abril hará dos años que Fernando vive en Ávila. En Venezuela trabajó como funcionario, primero militar y después policial, por lo que conoce la corrupción que se vive en su país y que le obligó a exiliarse. A más de 7.000 kilómetros de distancia, vive los últimos sucesos «dividido por completo, porque estoy físicamente en España, pero tengo el corazón y la mente en Venezuela», donde permanece la gran parte de su familia. Por eso, observa «con zozobra, angustia y desesperación» la situación de su país a pesar de la tranquilidad que le aporta España, pero  se siente «destrozado por dentro por la situación que está viviendo el país». Fernando se muestra bastante desconfiado en la posibilidad de un cambio real de régimen en su país porque todo el sistema está corrupto. «Es una democracia disfrazada. Si al gobierno no le parece, se basa en la Constitución o se inventa otro cargo para evitar que la persona electa no tome el mandato, ya sea en una alcaldía, una gobernación o la presidencia de la República». Por tanto, la única fórmula para derrocar a Maduro es un levantamiento popular, encabezado por unos líderes fuertes. «No se cuenta con unos líderes como tal, porque cuando se presenta cualquier tipo de inconveniente, salen corriendo y dejan sola a la población, que muchas veces es gente muy joven. La fuerza armada tiene que tomar la voluntad del cambio, porque tienen la forma de cambiar el gobierno actual. Pero no lo hacen porque es un gobierno corrupto y tienen a todos los militares enchufados», afirmó.

Keypler

Keypler puede contar de primera mano lo que es sentirse amenazado por el régimen chavista. Hace años formó parte de un movimiento contrario al gobierno que luchaba por la libertad y los derechos de los trabajadores, por lo que fue perseguido e, incluso, secuestrado. Hace tres año emigró a Ávila para tratar de proteger a su familia y se vio obligado a abandonar a varios de sus compañeros opositores a Maduro, como el exvicepresidente del Consejo Nacional Electoral (actualmente detenido) Enrique Márquez o el diputado y exalcalde de Caracas Juan Barreto (actualmente hostigado en su casa). Keypler recordó que, hace 20 años, su partido político REDES fue eliminado de las listas electorales por ser contrario al sistema gubernamental, momento en el que comenzó el acoso a sus simpatizantes. «Nos eliminaron del padrón electoral y luego sufrimos persecución en nuestros centros de trabajo y en muchos sitios», rememoró.Esto hizo que emigrase primero a Colombia y, posteriormente a España. Desde aquí, vive con pesar la situación de los compañeros y familiares que dejó allá para resguardar su vida (salvó la vida de milagro en alguna ocasión) y la de sus hijos. «Muchos compañeros se encuentras desplegados por todo el mundo para poder salvar la vida», afirmó. Por su experiencia, sabe que el régimen seguirá incumpliendo los derechos humanos y manteniéndose en el poder como sea porque «no reconocen nada, ni elecciones ni separación de poderes». No se explica cómo la población de un país tan rico en recursos viva en la situación de miseria actual. «No quieren que el pueblo viva bien. Se han quitado la careta, ya es una dictadura total», consideró Keypler, porque afirma que el régimen tiene controlados todos los medios de comunicación y hasta las redes sociales para silenciar cualquier tipo de disidencia. Anima a sus compañeros venezolanos a seguir con la lucha, porque cree que los dirigentes no van a ceder y, en el caso de que modifiquen la Constitución, sería para mantenerse aún más en el poder. «Su vida es tener allí el poder y están alcanzando los actuales extremos para conservarlo», apuntó. Por desgracia, todavía tienen muchos seguidores que les apoyan, pero la gran mayoría piden un cambio y el establecimiento de una democraciá real en Venezuela. «A mis hermanos venezolanos les transmito mucha fuerza y mucha fe en Dios y confío en que, algún día, tengamos la dicha de tener un país en libertad y con democracia». Un futuro que a Keypler le gustaría vivir y, si pudiera, «volvería a mi país para seguir luchando», pero las circunstancias se lo impiden.

Tres testimonios de venezolanos con residencia en Ávila que viven con pesar e incertidumbre el panorama, con el deseo de que la normalidad regrese lo antes posible después de tantos años de imposiciones y gobiernos corruptos. Venezuela es un gran país y espera recuperar el brillo de antaño.