Fue ver la palabra en alguna de esas rápidas pasadas que hacemos por las noticias en internet y me llamó la atención de inmediato. Sonaba, obviamente, a bancos nuevos, y algo de eso hay, aunque la realidad va un poco más allá, porque enseguida ví que la noticia era que el Banco de España llamaba la atención al respecto, lo que suele sonar a precaución y a no fiarse.
En el mundo de los negocios con dinero siempre hubo iniciativas más o menos paralelas a los bancos oficiales. Al fin y al cabo, el negocio consiste en recibir dinero en depósito de unos clientes que lo tienen y prestar a otros que lo piden y lo necesitan, con una diferencia en el interés pagado y recibido, que es ahí donde está la ganancia. Esa es la esencia, luego hay muchos más, porque los bancos invierten y rentabilizan una buena parte del dinero del que disponen. Y, en efecto, siempre hubo prestamistas privados, bancos de hecho, que funcionaban como tal sin estar formalmente constituidos, bancos en la sombra, etc. Quizá los mayores se acuerden de episodios razonablemente simpáticos de personas que llegaron a montar un negocio propio paralelo al banco donde trabajaban (¿se acuerdan del caso de 'Pepe el del Popular'?), o una auténtica estructura privada de depósitos y préstamos (¡también se acordarán de la 'banquera del pueblo'!, una señora que llegó a tener un floreciente negocio en una zona de Portugal).
Ahora todo es distinto; ahora se pueden montar negocios muy rentables en la red, sin tener prácticamente nada de personal y ninguna oficina. Se trata simplemente de captar clientes a los que se ofrecen servicios financieros en buenas condiciones, ya que los gastos de funcionamiento son mínimos. Pues algo de esto son los neobancos: bancos nuevos on line, que funcionan en la red, puramente digitales, sin sede física alguna.
Pueden ser legales y tener licencia para ofrecer servicios financieros, de depósitos y préstamos, quedando sometidos a la supervisión del Banco de España y protegidos los clientes por el Fondo de Garantía de Depósitos. Y pueden no serlo, precisamente para eludir la supervisión, el control y la garantía. Eso será lo que conviene comprobar antes de aceptar una buena oferta.